BUENAS ACCIONES
por Hernán Traverso
Alguna vez en la vida, alguien habrá escuchado la frase: Quiero que el mundo sea un lugar mejor para vivir. Esa afirmación, cargada de deseo positivo, no siempre es seguida por una acción responsable. Es decir, expresamos: quiero vivir en un mundo mejor, pero nos olvidamos de pensar: ¿qué hago yo para que eso suceda?
Los pensamientos deben movilizar acciones concretas, de lo contrario, pasan a ser frases célebres, muy lindas para un celular, un libro, o simplemente, para colgar con un imán en la puerta de la heladera. “Vive tu día como si fuera el último.” La pregunta es: ¿vivimos nuestro día como si fuera el último?
¿Queremos vivir en un mundo mejor? Debemos comprometernos con ese deseo. Debemos reformular la frase y preguntarnos: ¿qué hago yo para que el mundo sea un lugar mejor para vivir? ¿Qué hice yo hoy para que el mundo fuese mejor que ayer? De este modo, el deseo deja de ser una idea, un anhelo, una utopía, y se convierte en una acción efectiva.
Tal vez, no seamos conscientes, pero, con poco, se puede hacer mucho. Realizar una buena obra, por pequeña que sea, de forma desinteresada, puede generar grandes cambios y mejorar la calidad de vida de las personas. Tomarnos un momento para ayudar al otro, cuando lo necesita, sin perseguir un interés personal, nos ayuda a evolucionar como seres humanos.
Diciembre es siempre un mes especial. El Adviento anuncia la llegada de nuestro Señor. Asimismo, el espíritu navideño despierta sentimientos nobles. Es la época del año donde todos queremos ser mejores personas. Es tiempo de perdón, de reconciliación, de amor, de amistad…
Ese modo de actuar, pensando en el otro solidariamente, es el que debemos contagiar. Que la solidaridad y el amor se vuelvan pandemia. Cada vez que hacemos algo por el prójimo, estamos demostrando que se puede vivir en un mundo mejor; sólo es cuestión de empezar, de continuar y de lograr que los demás se contagien.
por Hernán Traverso
Alguna vez en la vida, alguien habrá escuchado la frase: Quiero que el mundo sea un lugar mejor para vivir. Esa afirmación, cargada de deseo positivo, no siempre es seguida por una acción responsable. Es decir, expresamos: quiero vivir en un mundo mejor, pero nos olvidamos de pensar: ¿qué hago yo para que eso suceda?
Los pensamientos deben movilizar acciones concretas, de lo contrario, pasan a ser frases célebres, muy lindas para un celular, un libro, o simplemente, para colgar con un imán en la puerta de la heladera. “Vive tu día como si fuera el último.” La pregunta es: ¿vivimos nuestro día como si fuera el último?
¿Queremos vivir en un mundo mejor? Debemos comprometernos con ese deseo. Debemos reformular la frase y preguntarnos: ¿qué hago yo para que el mundo sea un lugar mejor para vivir? ¿Qué hice yo hoy para que el mundo fuese mejor que ayer? De este modo, el deseo deja de ser una idea, un anhelo, una utopía, y se convierte en una acción efectiva.
Tal vez, no seamos conscientes, pero, con poco, se puede hacer mucho. Realizar una buena obra, por pequeña que sea, de forma desinteresada, puede generar grandes cambios y mejorar la calidad de vida de las personas. Tomarnos un momento para ayudar al otro, cuando lo necesita, sin perseguir un interés personal, nos ayuda a evolucionar como seres humanos.
Diciembre es siempre un mes especial. El Adviento anuncia la llegada de nuestro Señor. Asimismo, el espíritu navideño despierta sentimientos nobles. Es la época del año donde todos queremos ser mejores personas. Es tiempo de perdón, de reconciliación, de amor, de amistad…
Ese modo de actuar, pensando en el otro solidariamente, es el que debemos contagiar. Que la solidaridad y el amor se vuelvan pandemia. Cada vez que hacemos algo por el prójimo, estamos demostrando que se puede vivir en un mundo mejor; sólo es cuestión de empezar, de continuar y de lograr que los demás se contagien.
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