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Rescatan, albergan y buscan familia a perros
abandonados, logrando un círculo virtuoso del cual toda la ciudadanía puede
participar.
Que el perro es el mejor amigo del hombre, pocos lo
dudan. Ahora, que esa amistad sea recíproca es, quizás, un tanto más difícil de
creer. Sobre todo cuando se conocen historias como la de Benet, un perro que
fue prendido fuego en Ezeiza por haber
tenido relaciones con “la cocker equivocada”.
Este caso, que
muestra hasta el extremo la crueldad de la que es capaz el hombre, es
también testimonio de amor y compasión:
Benet fue rescatado por El campito, una asociación civil sin fines de lucro que
desde febrero de 2009 se dedica a cuidar, sanar y reinsertar en hogares a animales en estado de maltrato y abandono.
Marcela Gorla
supo de la asociación por la rápida difusión de la historia de Benet en
Facebook. Conmovida, decidió acercarse y
experimentar en persona el contacto con los camperitos. Nunca más se fue. Hoy,
es la jefa de prensa del refugio. “Es mi lugar en el mundo. Yo tengo mi
familia, mi hogar y mi profesión, pero necesitaba algo más y lo encontré en El
Campito.”
A todos aquellos
que cuestionan el tiempo dedicado a los perros habiendo tantos niños huérfanos
en las calles, Marcela les responde con contundencia: “quien aprende a ser
compasivo con un animal, sentirá compasión ante las necesidades ajenas. Quien
no maltrate a un animal, no maltratará a otra persona.” Además, asegura que es
fundamental inculcar en los chicos el amor por los animales y espera que en no
mucho tiempo, El Campito pueda acercarse a un mayor número de escuelas.
Como Marcela,
cientos de personas ofrecen su ayuda para que el único refugio en el mundo con
más de 120 perros inválidos permanezca abierto. No reciben apoyo de ningún
organismo estatal ni patrocinio de empresas. Todo es a pulmón.
Juan Martín se
enteró del refugio a través de un amigo. Con su señora comenzaron a apadrinar
camperitos y a hacer donaciones. Pero eso no les pareció suficiente y
decidieron acercarse al lugar. “Cuando entrás y ves el compromiso y el trabajo
de la gente, sólo querés ayudar,” aseguran.
Hoy, curso
mediante, forman parte del equipo de voluntarios y son dueños de Esteban, un
perro que llegó al Campito con un cáncer de hocico, pero que con quimioterapia
y mucho coraje se recuperó. “Sentimos
que era injusto que después de haber luchado tanto, Esteban no tuviera la
posibilidad de conocer el calor de una familia”, cuenta Juan Martín, quien
además recalca que lo más importante para todos los integrantes del lugar es el
bienestar de los animales.
Es precisamente
ese el espíritu con el que Nani Salgado fundó El Campito: cuidar a los más
indefensos y no bajar los brazos por más extrema que parezca la situación. Decir sí a la vida y no recurrir a la
eutanasia.
Al ser un refugio
a puertas abiertas, todas las personas interesadas pueden acercarse y
participar.
Todos los sábados
y un domingo al mes, salen combis desde Obelisco que facilitan el traslado .Eso
sí, ¡a reservar lugares con tiempo, que el encanto de los camperitos se expande
con rapidez!
Fotos y Textos: Daniela Mendez Casariego
LOS NÚMEROS DEL REFUGIO
100 ORGANIZADORES
250 VOLUNTARIOS
1 STAFF DE MÉDICOS VETERINARIOS
DECENAS DE PADRINOS Y MADRINAS
750 PERROS:
120 INVÁLIDOS
50 CIEGOS
200 VIEJOS
2500 ADOPCIONES
2000 VISITANTES POR MES
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