Vivimos para trabajar, ¿qué error
hemos cometido?
La economía está al servicio de
la industria militar que es el nombre artístico de la industria criminal.
¿El prójimo es el enemigo?
Sí, somos una civilización de
soledades que se encuentran y desencuentran continuamente sin reconocerse. Ese
es nuestro drama, un mundo organizado para el desvínculo, donde el otro es
siempre una amenaza y nunca una promesa.
El miedo nos domina.
Es el pretexto para que esta
industria pueda prosperar, porque necesita guerras y enemigos, y si no existen
hay que inventarlos. Fíjese en el caso de Nelson Mandela.
El mundo celebra el día que
nació.
Pues ha figurado en la lista de
enemigos peligrosos para la seguridad de EE.UU. hasta el 2008. Durante 60 años
el africano más prestigioso fue un terrorista para el país dominante. ¿Cómo
vamos a creer en todo lo que nos cuentan sobre las amenazas terroristas?
¿Somos un gran rebaño de
borregos?
Por todos lados aparecen símbolos
asombrosos de resistencia y de vida. Lo mejor que tiene la vida es la capacidad
de sorpresa.
Sin embargo, vamos tras la
seguridad.
Vivimos en un mundo inseguro, no
sólo porque podemos ser robados, asaltados… Los coches matan más que las
drogas, y el aire que respiramos y los pesticidas nos exterminan. Sólo si nos articulamos
para defendernos de un sistema que es enemigo de la naturaleza y de la gente
podremos hallar espacios de seguridad.
¿Qué nos hace libres?
Los desafíos que uno enfrenta
cada día son los que te abren una rendija para elegir entre la dignidad y la
obediencia. Libre es el que es capaz todavía de elegir la defensa de su
dignidad en un mundo donde, quieras o no, en algún momento tendrás que tomar
partido entre los indignos y los indignados.
Desde niños nos adoctrinan hasta
el punto de que nos parece normal lo anormal.
Que el presidente Obama recibiera
el premio Nobel de la Paz con un discurso de homenaje a la guerra “justa y
necesaria contra el mal” ilustra lo que usted dice.
¿Qué semilla se puede plantar
para que la gente sospeche?
Hay que ver al revés las
historias que los diarios nos cuentan para poder entenderlas al derecho: Iraq
invade EE.UU. porque sus arsenales de armas de destrucción masiva son un
peligro para la humanidad. Lo que es verdad, pero este fue el pretexto de los
americanos para invadir Iraq y matar a una cantidad ingente de civiles.
¿Cómo averiguar si uno está vivo
o es un muerto viviente?
Habrá que preguntarse hasta qué
punto soy capaz de amar y de elegir entre la dignidad y la indignidad, de decir
no, de desobedecer. Capaz de caminar con tus propias piernas, pensar con tu
propia cabeza y sentir con el propio corazón en lugar de resignarte a pensar lo
que te dicen.
…
La mayoría trabaja a
contracorazón y termina viviendo una vida que no es la suya por las necesidades
materiales, y eso es lo que hace que algunos no se den cuenta de que murieron
hace muchos años, la última vez que fueron capaces de decir no.
¿Es una utopía un mundo en el que
la gente haga lo que le gusta?
Como dice el patriarca del cine
argentino, Fernando Birri, la utopía sirve para caminar. A mí me gusta mucho
ver el universo por el ojo de la cerradura.
¿Desde lo pequeño?
Sí, para no confundir la grandeza
con lo grandote, una de las confusiones del mundo actual. La grandeza no está
en los hechos espectaculares, está en la vida cotidiana.
Hay que endulzarla.
En el manicomio general, los
franceses dictaron una ley que era un acto de cordura: ya que tenemos máquinas
capaces, tengamos 35 horas de trabajo semanal, pero duró 10 años. ¿Por qué el
progreso tecnológico tiene que producir angustia y desempleo?
El 99% de las especies del
planeta no viven para trabajar, y no les va tan mal.
Nosotros nos hemos especializado
en ser instrumentos de nuestros instrumentos, y somos los únicos capaces de
destinar nuestros mejores recursos al exterminio loco. Cada minuto el mundo
destina tres millones de dólares a gastos militares y mueren 15 niños de
enfermedades curables. ¿Qué clase de especie es esta que dice ser la racional?
¿Qué faceta humana nos destruye?
El conformismo, la aceptación de
la realidad como un destino y no como un desafío que nos invita al cambio, a
resistir, a rebelarnos, a imaginar en lugar de vivir el futuro como una
penitencia inevitable.
Y eso hay que hacerlo en
compañía.
Sí, en solidaridad, que es un
sentimiento horizontal. La caridad es vertical y no me gusta. Hay un viejo
proverbio africano que dice que el que da está siempre por encima de la mano
que recibe. De hecho, nuestros antepasados sobrevivieron porque supieron
repartir la comida y defenderse juntos.
Pese a ello, somos tan
destructivos…
Me imagino un juicio universal a
la condición humana de las plantas y los animales, apuntándonos con sus patitas
y con sus ramitas y preguntándonos: ¿qué han hecho del mundo?, ¿por qué nos
mataron? Qué terrible confusión creernos dueños de la naturaleza.
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