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sábado, 24 de julio de 2010

ANA MARIA BOBO


Rescata la figura del cuentero tribal.

Por Omi Fernández


La necesidad de escuchar historias se remonta al origen de los tiempos. En las primeras organizaciones tribales ya existía la figura del contador de cuentos. Éste cumplía una función específica: transmitir el conocimiento adquirido por las generaciones anteriores, advertir de los peligros que entraña la naturaleza, aportar enseñanzas de comportamiento para poder vivir en comunidad y alimentar la fantasía en niños y adultos.
Este rol no era ejercido por cualquier individuo de la tribu, se requerían condiciones personales y un ambiente adecuado. El anochecer, la luz del fogón y la voz y presencia del cuentero creaban un clima propicio para que el grupo alrededor del fuego y en silencio escuchara con atención. Las historias eran de todo tipo, tanto las andanzas de los valientes que se atrevían a luchar con animales salvajes, como las aventuras vividas por sus antepasados.
Esto se mantuvo a través del tiempo con las variantes que conlleva el relato oral, que es de por sí dinámico y se va enriqueciendo con la capacidad de adornarlo o modificarlo de los sucesivos narradores. Así, nos encontramos que en todas las culturas existen versiones de La Cenicienta, adaptadas a las características del lugar, la época y las costumbres.
El cuenta-cuentos se apropia de las historias imprimiéndole el color local que facilita el sentimiento de pertenencia. Tal es el caso de la actriz, novelista, dramaturga y directora teatral, Ana María Bovo, quien rescata la figura del contador de cuentos sintetizando sus habilidades en una que las resume a todas: el relato oral.
En una época en que accedemos al conocimiento de muchas y variadas formas como la radio, la televisión, el cine, los libros impresos y digitales, Internet, etc. su estilo de narrar resulta una ventana que nos airea, lo viejo (el relato oral) refrescando las nuevas tecnologías.
De sus unipersonales ya estrenados podemos mencionar: “Cuentos de Humor y Amor”; “Fiesta en el Jardín”; “Ana Cuenta Cuentos”; “Humor Bovo”; “Sueños y Mentiras” y “Por la vida de mis tías”, además, ha recibido premios y distinciones como: Premio Konex a la trayectoria (1991-2001), Mejor Actuación por “Hasta que me Llames”, Premio ACE por “Maní con Chocolate”, nominación a Mejor Dirección por “Emma Bovary”, etc.
Fiel a su primer título -el de Maestra Normal Nacional- además de sus espectáculos unipersonales se dedica a la docencia dictando talleres en los teatros Cervantes y San Martín, Foro Gandhi, Centro Cultural Recoleta, Museo de los Niños Abasto y hasta en su propia Escuela de Relato.
Cada uno de los relatos está preparado con minuciosidad de orfebre. Juega con los tonos de voz, los acentos que identifican la geografía del personaje sea éste un andaluz o un valenciano, y sobre todo, juega con los silencios. Con el mirar al espectador y medir el pulso de éste, aminorando o adelantando la historia.
Al sumarse a los festejos del cumpleaños 365 del barrio de la Chacarita, realizó un espectáculo unipersonal para la gente del barrio en la Sociedad de Fomento Federico Lacroze. Para el evento eligió contar historias personales, (verídicas o ficcionales), fragmentos de su novela y cuentos de escritores de la talla de León Tolstoy.
Asimismo, contó varios relatos del libro “Mujeres de ojos grandes” de la escritora mexicana Angeles Mastretta, estas historias que aluden cada una de ellas a supuestas tías, testimonian la situación de las mujeres en México tan comunes a otros países latinoamericanos. Ana María Bovo, con su actuación mantiene la atención de los espectadores dosificando historias dispares que, no obstante, logran la identificación del público femenino y no pocas risas del masculino.
No había improvisación, sí actuación y mucha que la llevaba a modificar la postura, los movimientos y los tonos de voz. En muchas oportunidades tuvo que esperar que el público dejara de reírse para poder seguir con el relato.
Como narradora publicó la novela “Rosas Colombianas”. El personaje femenino es una mujer que mira y ama las telenovelas, sin lograr en su propio matrimonio la felicidad que éstas le muestran. Fue editada por Emecé y ya va por su segunda edición.
Con esta obra, Ana María Bovo se suma a la lista de grandes novelistas hispanoparlantes preocupadas por la identidad de la mujer de hoy, entre las que se encuentran la nombrada Angeles Mastretta, las chilenas Isabel Allende y Marcela Serrano y la argentina Angélica Gorodischer, entre otras.
www.omifernandez.com.ar

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