David Viñas y Ernesto Sábato, buceadores de verdades
por Omi Fernández
Al homenajear a María Elena Walsh desde esta columna, no nos imaginábamos que sufriríamos la pérdida de otros dos escritores con talento y popularidad en el mismo año. Dos personalidades diferentes entre sí, pero a quienes unía el mismo compromiso con las letras.
DAVID VIÑAS murió el 10 de marzo de 2011, a los 83 años, todos los que pasábamos por el café La Paz, lo veíamos con su taza de café y su cigarrillo, afable con quienes se le acercaran. Fue un escritor de garra, sus textos nacen de una furia entrañable, gestada en el dolor de perder dos hijos durante la dictadura militar y, también, en la violencia que le generaba la mentira y la hipocresía social.
Mucho antes de su tragedia personal, fue presidente de la FUBA, primeros pasos de una militancia en la izquierda, que se mantuvo a lo largo de toda su vida. Creó, con su hermano Ismael, la revista CONTORNO, una fusión entre su militancia política y su amor por las letras, en la que colaboraron Juan José Sebreli y Noé Jitric, entre otros.
A los 30 años, publicó Un Dios Cotidiano, una nouvelle sobre el conflicto de un sacerdote, un libro de gran religiosidad escrito por un agnóstico. Siguieron Los hombres de la tierra, Dar la cara, En la semana trágica, Hombres de a caballo, y muchos más. En todos está presente su compromiso político, su pelea visceral contra la injusticia, el abuso de las clases gobernantes, la oligarquía abulonada al sillón del poder.
Como ensayista analizó y desmenuzó la literatura argentina desde Sarmiento a Cortázar, considerando la relación literatura y sociedad.
Escribió ensayos sobre los indios, los montoneros, los anarquistas, todos ellos producto de un estudio serio sobre el tema y con su particularísima visión de la realidad. Pero, es a mi entender su obra ficcional la que lo trasciende, la que lo coloca en uno de los sitiales más altos de la literatura argentina. Recibió dos veces el Premio Nacional de Literatura, y en 1991 rechazó los 25.000 dólares de la Beca Guggenheim, según sus palabras “como un homenaje a sus hijas”. Escritores de su generación como Haroldo Conti y Rodolfo Walsh se cuentan entre los desaparecidos de la dictadura militar. El fue un sobreviviente, tuvo que exilarse y al volver, tomó la cátedra de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en las que mantenía su pasión y su desaforada actitud frente al saber.
A diferencia de Viñas, que mantiene durante toda su vida su militancia política unida a su actividad literaria, ERNESTO SÁBATO, en su juventud es miembro del Partido Comunista aunque pronto se desilusiona, en especial, por la política de Stalin. Además, estaba dedicado a la ciencia, recibe un doctorado en Física y logra una beca para realizar investigaciones sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie de París. La beca es obtenida por intermediación del Premio Nobel en Medicina y Fisiología Dr. Bernardo Houssey, quien había puesto muchas expectativas en su alumno, por eso, al enterarse de que en Francia Sábato a raíz de una crisis vocacional decide abandonar la ciencia para dedicarse a la literatura, le quita el saludo.
En su libro autobiográfico “Antes del fin” Sábato nos cuenta como se sentía en esa etapa: "En el Laboratorio Curie, en una de las más altas metas a las que podía aspirar un físico, me encontré vacío de sentido. Golpeado por el descreimiento, seguí avanzando por una fuerte inercia que mi alma rechazaba".
Vuelve a la Argentina en 1940 y se desempeña como profesor en la Universidad de La Plata y comienza a escribir artículos, algunos de los cuales son publicados en la Revista Sur dirigida por Victoria Ocampo
Su primer libro es Uno y el Universo, un conjunto de textos de reflexión poética en los cuales critica la deshumanización de la ciencia y las tecnologías.
A diferencia de Viñas que fue un escritor muy prolífico, Sábato escribió tres obras de ficción: EL Túnel, Sobre Héroes y Tumbas y Abbadón el Exterminador. El Tunel es llevado al cine, al igual que “Informe sobre ciegos” una parte de Sobre Héroes y Tumbas. El resto de su obra publicada consiste en ensayos, reflexiones y textos filosóficos.
En el año 1983 fue convocado por el presidente Raúl Alfonsín para presidir la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), la síntesis de este trabajo fue publicada bajo el título “Nunca Más” y dio lugar a los juicios a las Juntas Militares de la dictadura.
Sábato era un hombre introvertido, luchando con sus fantasmas y demonios interiores, pesimista, en sus últimos años, casi apocalíptico. Se casó en 1936 con Matilde Kusminsky Richter, con quien tuvo dos hijos. Ella fue su compañera y amiga por 62 años, fue su columna vertebral y quien salvó del fuego gran parte de la obra que conocemos.
En los últimos años, problemas de visión le impedían leer y escribir por lo que se volcó a la pintura, realizando varias exposiciones. En marzo hubiera cumplido 100 años, pero no llegó, el homenaje que habían preparado para él en la Feria del Libro de Buenos Aires 2011, se hizo, sin él y con la asistencia de su hijo Mario (cineasta).
Viñas y Sábato, dos escritores diferentes en su estilo literario, en su ideología, en su modo de enfrentar la vida pero con un común denominador: ambos transitaron, a través de los años, el camino hacia encontrar sus verdades con honestidad intelectual.
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