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miércoles, 14 de diciembre de 2011

HISTORIA BARRIAL


Origen y formación de “La Cueva”

 

Si es viejo del barrio sabe acerca de que estoy hablando, a los nuevos les cuento -para que no se ilusionen con la idea de andar dando vueltas por ahí vestido “de turismo aventura” buscando una entrada oculta- que es la zona enmarcada por Jorge Newbery y Dorrego donde Leiva, Concepción Arenal y Santos Dumont se encuentran con las vías del San Martín en la curva antes de llegar a la estación en la avenida Corrientes.


Sin embargo, el mapa de la ciudad no da cuenta de este rincón que lleva en sí un frondoso anecdotario vecinal que parecía oficializar la poco feliz frase “Viene de la cueva...”  y que no era precisamente un elogio. Aunque justo es reconocer que variaba por una cuestión de forma desde lo ofensivo hasta las gastadas de pandilla de acuerdo con la educación, idiosincrasia y carga emocional del emisor, situaciones superadas gracias al paso del tiempo y el sentido del humor.


Como “lo nuevo” es contar al mismo tiempo dos biografías de una misma persona, es decir, por un lado nacimiento, infancia, años escolares, esfuerzos hasta llegar al estrellato -matizado con algún que otro romance hasta que sentó cabeza- hijos y todo aquello que le hay enviado el destino en suerte...


La “versión no autorizada” da cuenta que había muchos más escándalos de los que uno conocía, el estrellato parece que no llegó por el esfuerzo sino por motivos más fáciles, y la realidad de la dieta basada en yogur y lechuga era un turbio pasado de borracheras y fumo muchas veces narrados por testigos no del todo confiables que parecen querer cobrarse alguna vieja factura.


A mí me toca contar la parte “aburrida” descubierta en papeles descoloridos y desgraciadamente no pocas veces rotos en forma irrecuperable... pero animo a los vecinos cuenten historias y anécdotas –por favor, reales- que complementen este relato y hagan más llevadera la historia.


Como seguir determinados procesos es difícil –especialmente si se trata de tierras- les pido paciencia porque recién al final quedan explicadas algunas cosas.


Así empezamos contando que este paraje pertenecía a la campaña bonaerense cuando Rosas era el hombre fuerte de la provincia de Buenos Aires hasta que después de su derrota en Caseros pasaron a formar parte del pueblo de Belgrano... y aquí la historia deja de ser simple.


Una parte fue arrendada por Agustín Comastri hasta que terminó comprándolas a aquella corporación municipal el 15 de julio de 1873, casi al mismo tiempo adquiría otra área Roncoroni cuya historia vimos en números anteriores, ambas ventas quedaron asentadas en el Registro de Tierras Públicas y allí termina lo único que tuvieron en común.


En 1874 Comastri le vendió una fracción a Juan Landi, dos años después Comastri la compró nuevamente para venderla al poco tiempo a Luis Cayol, que a su vez vendió a Felipe Pascual Gomez y terminó hipotecando ante el Banco Provincia a fines de 1887.


Así y todo lo complicado viene ahora, sólo hay que tener en cuenta un razonamiento muy simple: a un acreedor lo que más le conviene es que el deudor no pueda pagar porque así se queda con prácticamente todo comenzando la rueda de especulación con loteos y remates.


Esto le sucedió a Gómez que no pudo afrontar la obligación hipotecaria y le vendió el lugar a Melchor Echagüe que se hizo cargo de los $ 376.278,92 m/n de la deuda.


En ese momento el terreno cubría una superficie de 141.392,27 metros cuadrados y estaba rodeado por el antiguo cementerio (Parque Los Andes), cruzando Dorrego estaba la propiedad de Juan Dufour (más o menos donde está Atlanta) y terrenos de Lázaro Clausur y Juana Sosa.


El 13 de septiembre de 1889 Echague vendió el lugar a Mariano Paunero y Jorge Mackern, cada uno se adjudicó una superficie de 70.548,16 metros cuadrados.


En diciembre –el detalle de fechas es sólo para demostrar el corto tiempo que mediaba entre operaciones-  Mackern (de Mackern, Mac Lean y Cía) hipotecó su parte por $ 100.000 m/n oro sellado pagaderos a 36 años y 103 días desde el 1º de abril de 1890 a razón de $ 7.000 anuales oro sellado con el 1 % de amortización, 5 % de interés y 1 % de comisión del Banco.


El 3 de marzo de 1890 al no poder afrontar la deuda le vendió el terreno a Simón Godoy -un vecino de Rosario que estaba de paso por Buenos Aires- por la suma de $ 125.000 m/n.


Tampoco lo acompañó la fortuna y en 1894 le terminó vendiendo a Juan Vicente Vadillo el lugar que ahora tenía “... un establecimiento para fabricar ladrillos de su propiedad que hizo levantar a su costa, con los hornos, pisaderos y demás existente, enclavado o adherido al suelo que sirva para ese objeto” por la suma de $ 97.920 m/n... pero aparte debía hacerse cargo de la hipoteca. 


Podemos decir que “La Cueva” comenzó oficialmente el 24 de abril de 1895 cuando fueron rematados “5 preciosos lotes con cédulas (cada uno tenía una deuda que variaba de 300 a 400 pesos cada uno), frente al gran parque Rancagua, a una cuadra al sud del boulevard Corrientes” para comprar se debía dejar una seña del 8% y $ 20 de comisión por lote.


En febrero de 1897 fue el Banco Hipotecario que mandó sacar a remate “al mejor postor” otros 47 lotes sobre el que pesaban deudas. Para proceder a la venta y hacer el anuncio se confeccionó un plano esta vez “conforme con la línea de calles municipal” –la línea pero no los nombres- que eran Warnes, Lezica, Florencia, Dante Alighieri y “sin nombre”. La primera paralela a Dorrego se la llamó “Estados”.


Así aparecieron entre 1895 y 1898 los primeros posibles dueños de fracciones, muchos las revendieron antes de pasado el año quizás porque quisieron o porque no pudieron afrontar la deuda.


Sin ánimo de hacer una suerte de guía telefónica de aquellos compradores -por falta de espacio y lo tedioso que sería- sólo van algunos nombres descubiertos aquí y allí en medio de escrituras de propiedad porque además son testimonio acerca de como se asentaban los títulos antes de los nombres oficiales y numeración de calles.


De esta forma Nicolás Garibaldi compró los lotes 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 19, 20, 24, 25 de la manzana “H” y fue vecino de Pedro Bianchi que adquirió el 15, 16, 17 y 18 y de Bartolomé Valdettaro que compró el 22.


Mientras tanto Higinio Tartabull compró el 2, 8 y 29 de la “F” y algunos de sus vecinos de manzana fueron Román Torres que compró el 30, Lorenzo Scala el 25 y Juan Bautista Irigoyen el 23 y 26.


En la manzana “E” aparecen de nuevo Nicolás Garibaldi esta vez comprando el lote 8 e Higinio Tartabull el 10 y 11, convirtiéndose así en vecinos de Francisco Argerich que adquirió el 22 y 23, Bartolomé Sanguinetti el 29 y 30 y Carlos Scarone “domiciliado en la calle Corrientes y Dorrego”  el lote 25. 


Otros fueron Arturo Lorenzo Patrón que compró los lotes 11 y 12 “B” y el 2, 3 y 4 “C”, por su parte José Conti se hizo dueño del 13, 14 y 15 “C” y 5 “D”.


Una pequeña información que llama la atención porque devela una costumbre apareció en “La Prensa” en  mayo de 1897: “Terrenos en la Chacarita, atrás del Parque Rancagua, con casitas, a razón de 1.25 el metro cuadrado. Compradores Francisco Fresini, Luis Cámpora, Amato Vicaccio, María S. de A. Gómez y otros.”


Entre 1901 y 1902 la mayoría habían cambiado de manos figurando como propietarios Alejandro Pérez Queipo, Alonso Trillo, Manuel Pereyra Sabrino, José Castro, José María Dobal, Francisco C. Gadea, Emilio Machado,  Juana Zapa de Agritto, Vicente Oliveto, Benito Luagliozzi, Dolores Artayeta, Juan Sidero y Santos Lascano... entre otros.


A pesar de las compras, ventas, deudas y los vecinos que iban y venían parece que de todas formas Vadillo hizo un buen negocio porque un par de años antes le había cedido a la municipalidad 18.300,20 metros cuadrados “para abrir las calles Camargo, Leones, Murillo, Padilla y otra sin nombre en inmediaciones del parque Rancagua” a cambio de quedar exonerado de pagar el afirmado de la calle.


Otra aclaración: alrededor de 1895 las calles 70B, 70C, 70D y 70E de Villa Crespo pasaron a llamarse Camargo, Padilla, Murillo y Muñecas que llegaban hasta el Arroyo Maldonado, tiempo después se extendieron más allá de Dorrego conservando los mismos nombres.


Pero esta era sólo la mitad de Mackern. La otra parte que pertenecía a Paunero tuvo otro derrotero aunque también la compró Mackern y la vendió el 8 de julio de 1899 a los socios Manuel Rocca, Manuel Piazze y Luis Testoni que formaban parte de la sociedad anónima “Banco Agrícola Comercial del Río de la Plata” que estaba por entonces en liquidación.


Esta parte era un polígono irregular que ahora pertenecía a la recién creada  Parroquia de San Bernardo y estaba rodeado por el “Camino conocido por del Moreno” (Warnes) en medio Enterratorio de la Chacarita, el Arroyo Maldonado (en el plano aparece casi detrás de Dorrego) y más alejados los vecinos Pedro Mirazzon y Matías Beutner.


Como era costumbre el lugar fue loteado y vendidas las fracciones a principios del año siguiente.


Las condiciones de venta esta vez –no pesaba deuda hipotecaria bancaria ni privada- eran en 24 mensualidades de aproximadamente $ 17 (un poco más o menos dependiendo de la medida del terreno) pagaderos del 1 al 10 de cada mes, si había una mora de 3 cuotas se perdía lo abonado y los vendedores tenían derecho a una nueva venta.


Como siempre a los fines de publicitar el remate se hizo un “plano especial confeccionado para la venta” y los títulos se asentaron con el número de fracción y letra de manzana.


Así por ejemplo un tal Ramón Barrabés compró el lote 12 “C” de 343,01 metros cuadrados rodeado por  “Estados”, una calle sin nombre, Antonio Morales (otro comprador) y el lote 11 “C”.


Mientras que Luis Garaviglio compró 151,46 metros cuadrados lindando con Dorrego, los lotes 13, 14 y 16 de la manzana “K”.


Por las dudas aclaro que no eran las mismas manzanas y fracciones de las ventas anteriores.


El paraje rural se convirtió poco a poco en urbano y aunque “la principal” era Triunvirato en realidad esta zona comenzó a poblarse desde Warnes hacia el parque porque estaba más cerca de la densa población obrera que trabajaba en los talleres metalúrgicos “Máspero” en Serrano 250 y la “Fábrica Nacional de Calzado” en Gurruchaga y Padilla.


Pero la cueva no es la cueva sin las “vías del San Martín” que hacen de cerco a la zona. Era un terreno que había pertenecido en algún tiempo a la sucesión Roncoroni, aunque en realidad eran dos fracciones y la que nos interesa “tiene forma de un triángulo con una extensión superficial de 32.400 metros cuadrados”  luego de varias idas y venidas judiciales pasó a manos de Juan Clark para el ferrocarril “Pacífico” cuya historia fue contada en su momento.


A principios de 1901 Luis Huergo compró el área –excluyendo 903 metros cuadrados que ocupaban las vías- por $ 72.000 m/n... que también fue loteado y vendido.


El 28 de octubre de 1904 el municipio le dio nombre a varias calles y así terminó de configurarse el lugar.


La Ordenanza promulgó la denominación de Martínez Rosas, Girardot, Caldas, Leiva, “Monte Negro” (así se anotó en su origen) y antes de las vías se llamaba “Rabello”; también cambiaron de nombre las calles que venían desde Villa Crespo una vez que cruzaban Dorrego: Murillo pasó a ser Otero, Padilla se convirtió en Rodney, Camargo en Guzmán, Muñecas se llamó Iturri, y Chenaut recibió la denominación de “Leones” hasta 1935 que pasó a llamarse Santos Dumont.


En 1920 “Estados” pasó a ser Concepción Arenal.


Estos cambios permitieron la nueva modalidad de asentar los títulos de propiedad, al azar y como ejemplo Luis Huergo que había comprado terrenos a Clark y Cía. le vendió el lote 31 “L” a Francisco Cersósimo que después de pasar por varias manos lo compró Alejandro Caradonna recibiendo la escritura como finca 212 “Caldas entre Leones y Leiva”.


Años antes Bartolomé Sanguinetti había comprado los lotes 29 y 30 de la manzana “E” que pertenecían a Mackern ubicados entonces “calle sin nombre hoy Padilla entre Dorrego y otra sin nombre” y se los vendió en 1904 a Manuel Cures que escrituró ambos como fincas 294 “Otero entre Dorrego y Leiva”.


El lote 5 “C” pasó a ser “Chacarita entre Girardot y Caldas” y tiempo después Jorge Newbery 4670.


El 17 de junio de 1909 la Municipalidad compró un terreno de 67.548,10 metros cuadrados a Francisco Badino que lindaba por el Sudeste con parte de la calle Dorrego, en medio con propiedad de Juan Dufour y otros, en el Nordeste con el antiguo enterratorio de la Chacarita, Noroeste calle en medio con el enterratorio general y al Sudoeste todavía seguía Vadillo.


En este lugar fueron construidas “Las Colectivas”, “La Quema” (Edenor) y los talleres municipales de la Dirección de Limpieza (uno de los cuales es hoy cuartel de la Policía Metropolitana)


De esta manera concluye la historia de la formación de “La Cueva”.


Quizás no pase mucho antes que algunos anuncien la venta “de lo mejor de Palermo Cave...” ¡Porque es copado! ¿Viste?
Stella Maris De Lellis

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