por Verónica Franco
La cultura está compuesta por diversos elementos, formas y representaciones, propias de nuestra sociedad y que se erigieron a lo largo de la historia. Por ejemplo, el estereotipo es un elemento constitutivo de ella y se lo ha utilizado en las ciencias sociales para estudiar la opinión y el sentido común, o más precisamente, las interacciones sociales y la relación de los discursos con los imaginarios sociales. Entonces, es interesante reflexionar sobre la figura del estereotipo, definirlo y observarlo en las ofertas más importantes de la pantalla televisiva local.
La definición de estereotipo de las autoras Ruth Amossy y Anne Herschberg Pierrot dice: “se trata de representaciones cristalizadas, esquemas culturales preexistentes, a través de los cuales cada uno filtra la realidad del entorno. Esto significa que le asignamos significados específicos a temas, personas, lugares, etc. Y que también nos manejamos por estos esquemas preexistentes, que nos relacionamos con el mundo y con los otros a través de ellos, he aquí su importancia. “En el uso corriente, sin embargo, el término estereotipo continúa generalmente designando una imagen colectiva cristalizada, considerada desde un ángulo peyorativo: el viejo judío avaro, la niña pura e inocente, el científico distraído.”
En las investigaciones de las ciencias humanas, se ubica al estereotipo por un lado, en una vertiente negativa que lo vincula a la cuestión del prejuicio y de las tensiones entre grupos sociales, por otro lado, en una vertiente positiva que establece que a pesar de que el estereotipo esquematiza y categoriza, es indispensable para el conocimiento del individuo, ya que es un procedimiento que lo ayuda en el proceso cognitivo, en otras palabras, cuando uno conoce algo, enseguida lo relaciona con un concepto más general.
Sin embargo, desde la psicología social norteamericana se ha insistido en el carácter reductor y nocivo de los estereotipos debido a que simplifica y recorta lo real. Por estos motivos, “puede provocar una visión esquemática y deformada del otro que conlleva prejuicios.”
Ya presentada la definición y teoría sobre los estereotipos, pasemos a investigar qué pasa con ellos en la televisión en estos tiempos. En general, en los programas de mayor rating y ubicados en el prime time, como las nuevas tiras El elegido (Telefe) y Herederos (Canal13) encontramos algunos estereotipos como “el empresario poderoso y misterioso que anda en negocios turbios”, “la mujer de clase alta infeliz”, “la protagonista bella y buena”, “el joven buenmozo y viril”. También se observan entre los personajes secundarios a los “feos pero graciosos”, que acompañan y ayudan a los protagonistas.
En el reality show Gran Hermano, desde la selección de los participantes –que se realiza según el perfil necesario para generar romances, conflictos o amistades- hasta la edición en postproducción, se construyen estereotipos como: “lindos y huecos”, “el joven seductor y lindo”, “la joven que coquetea con todos los hombres de la casa”, “la buena y atractiva”, “la lesbiana”, “el transexual”, “el joven grasa”, “el tonto”, “el malo”, “el pobre y violento”, entre otros. Cabe destacar que, tanto en los programas de ficción como en el reality, se eligen hombres y mujeres con cuerpos seductores según el modelo cultural de belleza predominante de nuestro tiempo. Esto alienta también a que el público siga motivado a ver el programa.
Estos personajes son construidos con el fin de generar historias y caracteres que resulten atractivos para el público; las personas son objeto de entretenimiento. No olvidemos que los estereotipos funcionan como categoría, pero también como prejuicio y que no se puede simplificar a una persona “pegándole” una etiqueta, ya que las personalidades siempre son mucho más complejas de lo que se pretende presentar en el medio televisivo.
La cultura está compuesta por diversos elementos, formas y representaciones, propias de nuestra sociedad y que se erigieron a lo largo de la historia. Por ejemplo, el estereotipo es un elemento constitutivo de ella y se lo ha utilizado en las ciencias sociales para estudiar la opinión y el sentido común, o más precisamente, las interacciones sociales y la relación de los discursos con los imaginarios sociales. Entonces, es interesante reflexionar sobre la figura del estereotipo, definirlo y observarlo en las ofertas más importantes de la pantalla televisiva local.
La definición de estereotipo de las autoras Ruth Amossy y Anne Herschberg Pierrot dice: “se trata de representaciones cristalizadas, esquemas culturales preexistentes, a través de los cuales cada uno filtra la realidad del entorno. Esto significa que le asignamos significados específicos a temas, personas, lugares, etc. Y que también nos manejamos por estos esquemas preexistentes, que nos relacionamos con el mundo y con los otros a través de ellos, he aquí su importancia. “En el uso corriente, sin embargo, el término estereotipo continúa generalmente designando una imagen colectiva cristalizada, considerada desde un ángulo peyorativo: el viejo judío avaro, la niña pura e inocente, el científico distraído.”
En las investigaciones de las ciencias humanas, se ubica al estereotipo por un lado, en una vertiente negativa que lo vincula a la cuestión del prejuicio y de las tensiones entre grupos sociales, por otro lado, en una vertiente positiva que establece que a pesar de que el estereotipo esquematiza y categoriza, es indispensable para el conocimiento del individuo, ya que es un procedimiento que lo ayuda en el proceso cognitivo, en otras palabras, cuando uno conoce algo, enseguida lo relaciona con un concepto más general.
Sin embargo, desde la psicología social norteamericana se ha insistido en el carácter reductor y nocivo de los estereotipos debido a que simplifica y recorta lo real. Por estos motivos, “puede provocar una visión esquemática y deformada del otro que conlleva prejuicios.”
Ya presentada la definición y teoría sobre los estereotipos, pasemos a investigar qué pasa con ellos en la televisión en estos tiempos. En general, en los programas de mayor rating y ubicados en el prime time, como las nuevas tiras El elegido (Telefe) y Herederos (Canal13) encontramos algunos estereotipos como “el empresario poderoso y misterioso que anda en negocios turbios”, “la mujer de clase alta infeliz”, “la protagonista bella y buena”, “el joven buenmozo y viril”. También se observan entre los personajes secundarios a los “feos pero graciosos”, que acompañan y ayudan a los protagonistas.
En el reality show Gran Hermano, desde la selección de los participantes –que se realiza según el perfil necesario para generar romances, conflictos o amistades- hasta la edición en postproducción, se construyen estereotipos como: “lindos y huecos”, “el joven seductor y lindo”, “la joven que coquetea con todos los hombres de la casa”, “la buena y atractiva”, “la lesbiana”, “el transexual”, “el joven grasa”, “el tonto”, “el malo”, “el pobre y violento”, entre otros. Cabe destacar que, tanto en los programas de ficción como en el reality, se eligen hombres y mujeres con cuerpos seductores según el modelo cultural de belleza predominante de nuestro tiempo. Esto alienta también a que el público siga motivado a ver el programa.
Estos personajes son construidos con el fin de generar historias y caracteres que resulten atractivos para el público; las personas son objeto de entretenimiento. No olvidemos que los estereotipos funcionan como categoría, pero también como prejuicio y que no se puede simplificar a una persona “pegándole” una etiqueta, ya que las personalidades siempre son mucho más complejas de lo que se pretende presentar en el medio televisivo.
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