BIENVENIDOS AL BLOG DE LA REVISTA AQUENDE (Chacarita, Colegiales y Villa Ortúzar)

PINTA TU ALDEA Y SERAS UNIVERSAL....
Blog dedicado a los barrios de Chacarita, Colegiales y Villa Ortúzar. Este blog es una extensión de la revista gráfica Aquende, que se edita hace 29 años ininterrumpidamente.
Para colaborar con notas en ambos medios o figurar en el listado de anunciantes mandar un mail a revista_aquende@yahoo.com.ar








martes, 21 de febrero de 2012

Un tal Fermín Betererbide




Difundir el nombre y la obra de aquellos, que dejaron su impronta en la arquitectura porteña, no es un mero capricho. Es uno de los caminos que nos invita a conocer  y conservar el patrimonio arquitectónico que tenemos. Tomamos en este caso como modelo,  la labor y las ideas de Fermín Betererbide, uno de los mejores referentes de la arquitectura social de Buenos Aires.


Una de las primeras inquietudes que nos surge al observar una obra de arte, es la de saber quien fue su autor. Esta actitud de inmediatez, nace  generalmente de la necesidad de establecer  una relación entre la obra, y la idea del artista. En la arquitectura esto no suele suceder; el anonimato es una constante, más en estos tiempos  donde ya ni siquiera se estila poner el nombre  del profesional en los frentes edilicios. Tomemos en cuenta que arquitectos de  prestigio y renombre, a pesar de haber dejado un importante y sustancial legado arquitectónico, han caído en el olvido. Es por eso, que edificios emblemáticos como por ejemplo el Kavanagh, el ex palacio Ortiz Basualdo (hoy embajada de Francia) o el propio Congreso de la Nación, parecen ser de autoría anónima. A saber la primera obra fue realizada a finales de los años 30, por el acreditado estudio de los arquitectos, Sánchez Lagos y De la Torre; la embajada fue diseñada por el arquitecto francés Pablo Pater, mientras que el edificio del congreso  quedó en manos del italiano Víctor Meano, quien también trabajó en el Teatro Colón; aunque su trágica muerte, impidió que pudiera ver terminadas sus obras.
Además podemos incluir en la memoria, a prestigiosos arquitectos, como Alejandro  Cristophersen,( ex palacio Anchorena, actual cancillería),  Gastón  Mallet (Centro Naval)  Eduardo Le Monnier (Nunciatura Apostólica), o Norberto Maillart (edificio del ex Correo Central). Estos  nombres son sólo algunos de los referentes de la arquitectura porteña de principios del siglo XX. Si bien hoy son figuras casi olvidadas, gozaron en su tiempo de una gran reputación, y formaron parte de  la élite porteña de la Belle Époque que  se vivió  en Buenos Aires.
 La importancia  de la difusión de la arquitectura representativa de la ciudad, no es un mero capricho; el  difundir y conocer nuestras obras; el saber quien fue su autor, y que ideales lo llevaron a la realización de su proyecto, será fundamental para la preservación de nuestro patrimonio, el cual irá sumado a la identidad barrial. O sea aquí debemos aplicar aquella vieja frase que nos dice: “no se cuida lo que no se ama, no se ama lo que no se conoce”. Entonces vayamos a conocerlo.


Un constructor socialista


Si los arquitectos que realizaron los edificios más monumentales de nuestra ciudad, son en general ignorados, qué decir de quienes se dedicaron a la realización de viviendas populares. Así lo demuestra la poca importancia y difusión que se les dio a quienes se encargaron de resolver los problemas habitacionales que afectaban a Buenos Aires. Incluso tuvieron que pasar muchos años para que la SCA (Sociedad Central de Arquitectos) agregara la categoría de viviendas sociales, para la entrega de galardones a las mejores fachadas de la ciudad.
Uno de los ejemplos más singulares, donde se mezcla  la funcionalidad del diseño, y la estética arquitectónica, se puede distinguir en la obra del arquitecto Fermín Hilario Betererbide, (1895-1979)  quien apostó todo su conocimiento y trabajo a la arquitectura social, distanciándose  completamente del estrellato, y dejando la arquitectura  monumental y palaciega para otros profesionales, ya que esa alternativa no estaba dentro de su vocación de servicio. Además su condición política y sus ideas socialistas, que con racionalidad intentaba aplicar en la arquitectura, trasladado a la política lo destinaron a tener enfrentamientos que incluso lo han llevado a padecer la cárcel.
Sus ideales apuntan a una arquitectura unida al urbanismo, algo que hoy sabemos que es imposible de aislar, pero que no era habitual en aquellos tiempos.
Recordemos obras de su propia autoría, como la Mansión popular de Flores (Yerbal, Caracas, Gavilán, y  las vías del ferrocarril del oeste) .Un modelo de vivienda comunitaria, que sirvió para que muchos obreros inmigrantes despegaran de los conventillos. Otro de estos modelos de viviendas colectivas, fue el realizado en las calles Independencia y Azopardo, para el  personal de la Policía Federal, el cual tenía características similares.
La vocación social de FHB, también lo llevó a efectuar grandes construcciones, que son hitos de la vivienda popular. Mencionamos como ejemplos, el edificio de la cooperativa VAYA (calle Güemes 4450), y el Hogar Obrero en el barrio de Caballito,  este último realizado en el año 1955, junto a otro prócer de la arquitectura, como lo fue Wladimiro Acosta.

Alfa, más que una letra

Si bien FBH era considerado un utopista en busca de un mundo mejor, debemos entender que este, en muchos casos, pudo transformar esa utopía en realidad. Así  queda expuesto en el conjunto alfa, más conocido como  el Barrio los Andes, ubicado detrás de la plaza homónima a metros del Cementerio de la Chacarita. El proyecto no era una idea aventurada en forma aislada, sino que  formaba  parte de un plan  urbano, ya que  si ahondamos en los trabajos realizados por FBH, encontraremos infinidad de planteos para cada lugar de la ciudad. Junto con el complejo habitacional alfa, desarrolló  otros dos conjuntos con características similares, a los que denominó Beta y Gama; el primero se iba a construir en el barrio de Palermo, mientras que el otro, tenía como destino Parque Chacabuco. Pero los típicos vaivenes políticos y económicos de nuestro país impidieron que Beta y Gama dejaran de ser una utopía. Decía FBH:”…las mayores dificultades para la realización de las grandes obras se encuentra no en  las cosas sino en las mentes…”
Podemos afirmar que el Conjunto los Andes es el mejor ejemplo de vivienda social que llegó a realizar Betererbide: es que allí se  puede ver  el trabajo obsesivo para que  la idea original  no se convirtiera en miles de metros cuadrados de cemento, donde acumular gente, y más gente.

El complejo, está formado por un anillo perimetral, que deja la idea de masa muraría hacia el exterior, suavizado por la transparencia de las pérgolas de las terrazas. Son 10 los accesos al conjunto, enmarcados cada uno con un alero de teja. Las viviendas  se vuelcan hacia un gran espacio interno, recortado en forma simétrica, el cual se transforma en una especie de patio-plaza, permitiendo que cada unidad pueda ser partícipe de esta especie de pulmón-jardín, semipúblico. Cada calleja de ingreso deja entrever el interior y algunas de estas convergen en el espacio central. El escenario semiurbano se nutre de árboles y pérgolas que junto a las tejuelas de los techos le dan un aire pintoresco al lugar. La idea socializante de Betererbide, vuelve a aparecer con fuerte énfasis al sumar espacios comunitarios al sitio; así incluye, desde comercios, biblioteca, comedores comunes, sala de teatro, y varios etcéteras más. En definitiva todo aquello que haga partícipe al individuo dentro de la comunidad,
El arquitecto Juan Molina y Vedia (un estudioso de la obra de Betererbide), nos dice del conjunto Los Andes: “La gestalt (traducido del alemán podría significar, formas o figuras), entre espacios llenos y vacíos, o edificados y verdes, pueden ser comparados, con el juego de silencios y sonidos musicales.”  

                                                                                                                   Arq. Jorge J. Luchetti









.

No hay comentarios:

Publicar un comentario