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domingo, 1 de noviembre de 2009


RODOLFO MONDOLFO,
un filósofo humanista


En julio de 1976, a los 99 años, fallece en el barrio de Chacarita el filósofo italiano Rodolfo Mondolfo. En un café de la calle Federico Lacroze, se reunía con amigos en tertulias donde el humanismo, centro de su obra filosófica, se debatía con fervor, además de los temas de actualidad de los que este grupo de intelectuales no podía estar ausente. Entre ellos se contaba el periodista, docente e historiador, quien fuera también jefe de redacción de “Todo es Historia”, Emilio J. Corbière.
Sus cejas y bigotes oscuros contrastaban con la blancura de su barba, dando a quienes se acercaban, una imagen de fuerza y sensibilidad. Su absoluta modestia validaba su pertenencia a los seres superiores, los elegidos.
Había nacido en Senigaglia, Italia el 20 de agosto de 1877, cursó estudios en la universidad de Florencia, para luego abocarse a la docencia en las universidades de Turín y Bolonia.
Este activo pensador, defensor de la libertad y la educación, se dedicó al estudio de la filosofía griega y el marxismo imprimiéndole a estos temas su peculiar mirada.
Sus primeros libros fueron “El pensamiento antiguo-Historia de la filosofía grecorromana” (1928), “Feuerbach y Marx. La dialéctica y el concepto de la historia”(1936), según Mondolfo: “El hombre ,con su espíritu, con su acción, con sus manifestaciones, debe reconocerse como un principio de actividad que está frente a la naturaleza, que reacciona contra ella, que crea todo el mundo de la sociedad y de la historia, de manera que es un creador y no solamente producto”.
En 1938 ya era una personalidad prestigiosa en Europa, pero debido a que Mussolini decreta la desvinculación de sus cargos a todos los profesores de origen judío, consciente de la situación que se avecina decide exiliarse en Argentina, junto a su esposa y sus tres hijos.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, es convocado desde Europa como catedrático pero, él rehúsa los ofrecimientos. Estaba afincado en este país que le dio cobijo y en el cual creó y publicó la mayor parte de su obra filosófica.
Por discrepancias políticas con los académicos de la universidad de Buenos Aires, ejerce la docencia en la universidad de Córdoba y, luego Risieri Frondizi (por ese entonces director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Tucumán), lo invita a dar cátedra de filosofía antigua en esa provincia.
Sus lecturas de Platón, Demócrito y Aristóteles dieron lugar a sus libros: “El problema del conocimiento desde los presocráticos hasta Aristóteles”, (1940) y “Sócrates”, (1941), al que seguiría: “El pensamiento antiguo. Historia de la filosofía greco-romana” (1942).
Su indagación abarcó no sólo a los griegos, también encaró la etapa renacentista con: “Tres filósofos del Renacimiento: Bruno, Galileo, Campanella, (
1947); “Ensayos sobre el Renacimiento italiano”, (1950) y “Figuras e ideas de la filosofía del Renacimiento” (1954) y su obra dedicada al análisis de la filosofía marxista a través de Engels y Marx, que dieron lugar a “Marx y marxismo” (1960) y “Materialismo histórico. Bolchevismo y dictadura” (1962).
Mantuvo contacto con su país de origen, ya sea colaborando con la Revista “Critica Sociale” , que reaparece con la caída del fascismo, o en abultada relación epistolar con su amiga la pedagoga María Montessori, creadora del método Montessori, y con quien intercambiaba impresiones sobre didáctica y pedagogía.
Con su esposa y colaboradora, tradujo del alemán: “Ciencia de la lógica” de Hegel, e “Historia del pensamiento antiguo” de otro filósofo alemán: Eduardo Zeller.
Su vasta obra, de la que hemos citado solo algunos libros, es de lectura indispensable en todas las casas de altos estudios de nuestro país y del extranjero.
El 2 de julio de 1968 recibe la Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana de manos del embajador Doctor Paolo Tallarigo.
Tres aspectos definen a este filósofo ítalo-argentino su visión de la filosofía encarada en el devenir del hombre como tal y no como una serie de preceptos dogmáticos, su dedicación a la docencia y su compromiso activo con la sociedad.
Esta actitud vital en defensa de la libertad y la democracia, la inicia en Italia oponiéndose al fascismo y la discriminación racial y la continúa en nuestro país en sus casi cuarenta años de residencia.
Me relató un amigo –abogado de una repartición estatal— que en cierta oportunidad se presenta en su oficina un señor de baja estatura, con marcado acento italiano para tramitar un oficio judicial, al leer el nombre, le pregunta si es familiar del filósofo Rodolfo Mondolfo. Con una expresión de candidez y azoramiento, éste le responde: -“Soy yo. ¿Usted me conoce, me ha leído?”. Ante la sorpresa de mi amigo, a quien le resultaba difícil unir la imagen de este hombre mayor, cálido y sencillo con el eximio pensador que él leyera y admirara.
Es que este pensador reconocido en todas la universidades, leído por alumnos de América y Europa, vivía con sencillez, recibiendo a puertas abiertas a quien se le acercara con alguna inquietud, y reuniéndose por años y años en ese café de la calle Federico Lacroze, que quizá, haya sido testigo mudo de sus profundas elucubraciones.

www.omifernandez.com.ar
por Omi Fernández

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