BIENVENIDOS AL BLOG DE LA REVISTA AQUENDE (Chacarita, Colegiales y Villa Ortúzar)

PINTA TU ALDEA Y SERAS UNIVERSAL....
Blog dedicado a los barrios de Chacarita, Colegiales y Villa Ortúzar. Este blog es una extensión de la revista gráfica Aquende, que se edita hace 29 años ininterrumpidamente.
Para colaborar con notas en ambos medios o figurar en el listado de anunciantes mandar un mail a revista_aquende@yahoo.com.ar








viernes, 6 de noviembre de 2009

Poesía y Mística


Diálogo entre ,



Esteban Ierardo: Buenas tardes. Me gusta la tarde que nos hace recordar al paganismo olvidado por Occidente. Con Hugo vamos a intentar hablar sobre la poesía, sobre algún tipo de experiencia estética que tal vez no es el centro del cultura contemporánea. Como un breve comentario introductorio, me gustaría manifestar la paradoja a la cual estamos sometidos al hablar de aquello que no tenemos que hablar. Es decir: tal vez directamente la poesía es algo que se entona en sus propias palabras sin necesidad de explicaciones o comentarios anteriores o posteriores. Pero el diálogo o la “teorización” sobre el sentido de la poesía puede ser una forma de estímulo al acto poético personal y al de otros. De hecho, estamos acá con Hugo. Hugo es el que tiene el largo impulso de un camino creativo recorrido, por lo cual voy a hacer que él hable más que yo. No sé si querés Hugo hacer un primer comentario.

Hugo Mujica: No. [Risas]

Esteban Ierardo: Bueno, voy a hablar yo. La paradoja de hablar sobre aquello que no se puede hablar es algo que intentaron los temperamentos críticos de todos los tiempos y todas las culturas. Sería bueno recordar que en nuestra tradición literaria, Borges es un ejemplo de una aproximación a una experiencia de orden místico. Después podemos pensar o intercambiar ideas sobre el significado de aquello que no puede ser efectivamente convertido en palabras. Pero me gustaría de mi parte recordar, o contarles como invitación a la lectura, un momento particular de Borges, que tal vez ya lo conozcan –y si no, creo que se justifica doblemente–, que es una de esas prosas ensayísticas breves de Borges que desborda de sugerencias y de sentidos.
Es una breve prosa que se llama “De alguien a nadie” y que se encuentra en el volumen de ensayos Otras discusiones, si no recuerdo mal. Lo menciono porque tiene que ver con ese tránsito en torno al cual gira la poesía de Hugo –y también algunas perspectivas o búsquedas personales de quien habla– que es la aproximación paradójica a un ser que siempre escapa a la palabra. Cuando les decía que en la historia de la cultura hay ejemplos de esta paradoja o esta tensión, el ejemplo que Borges desarrolla en ese breve ensayo es el de la teología afirmativa y el de la teología negativa. Un ejemplo de esta tensión desde dentro del lenguaje para tratar de eludir aquello que siempre se sustrae, que se convierte en una ausencia recurrente.
En “De alguien a nadie” Borges recuerda cómo en la Edad Media ciertos teólogos vinculados con la teología negativa se enfrentaron con este problema: cómo hablar de Dios, no como un ser que se revela a través de la escritura, sino como una dimensión abismal de la existencia fundadora del sentido pero que conserva un enigma, un misterio impenetrable. “De alguien a nadie” tiene que ver con el hecho de que Dios, para la teología que cree que lo divino se manifiesta por una escritura es alguien, es un sujeto del cual se puede hablar, del cual se le puede atribuir ciertos predicados y sobre el cual los teólogos pueden a su vez agregarle sus predicados. Para la teología afirmativa que cree en la alianza de fe y razón, Dios es alguien sobre el que se puede hablar, es el supremo alguien. Por el contrario, para ciertos teólogos, que son los teólogos negativos, como por ejemplo Meister Ekhart, de Dios ni siquiera se puede decir que sea ser porque decir que es ser ya es reducirlo a una categoría finita.
Esta es la paradoja: estos teólogos necesitan hablar del ser pero al mismo tiempo necesitan sugerir simbólicamente que ese Dios no pertenece al orden de lo decible, es inefable, pertenece al silencio. Por eso teología negativa, teología que no pretende decir el ser mismo. Por eso para esta teología, Dios, más que un alguien, es nadie: “De alguien a nadie”. Ahí se ve la tensión, que por supuesto es insuperable. Esa tensión es motivo suficiente para ver tu tensión [a Mujica] respecto de esa tensión. [Risas]

Hugo Mujica: Esteban está hablando tácitamente de misticismo cuando dice “lo que no se puede nombrar”. Eso es lo que significa la palabra místico: aquello que se transmite con la boca cerrada. De ahí viene misterio, mística. A mí me gusta enmarcarlo en uno de los mitos más constitutivos de nuestro inconsciente, el Génesis. El Génesis de la religión judía dice que hay un abismo, después sopla un hálito y luego viene la palabra de Dios. Si nosotros lo escribiéramos ahora haríamos una película, una imagen, porque abismo en hebreo quiere decir “una boca que se abre”. En realidad, quiere decir bostezo, pero no con la connotación de aburrimiento: se abre una boca, sale el aliento y ese aliento se concreta en palabra. O sea: lo que está diciendo es que todo origen se origina cuando una boca se abre y una palabra se enuncia. Por otro lado misticismo es lo que se dice de ese abismo, pero sin abrir la boca. Esa es la tensión creativa: cómo decir lo que no se puede decir, pero que tampoco no puede dejar de hablarse de eso. En cuanto se pueda hablar sin decirlo, eso sería la creatividad.
Por otro lado tenemos esas dos dimensiones: la palabra cuando todavía es aliento –y creo que eso es la creatividad: poder descender donde las palabras están nacientes– y la palabra ya constituida que manejamos como moneda de cambio.
Mientras hablabas, estaba pensando en si eso que no se puede decir es, o si simplemente es un imposible que posibilita el hablar pero que no hay nada ahí. Porque si ponemos que hay algo que no se puede decir ya lo estamos haciendo con un fundamento constituido. Siempre está lo opuesto: que podemos hablar de lo que no es. Bueno, esa es la creatividad. Para mí la gran pobreza del siglo XX y ahora del XXI no es que creamos o no creamos en Dios, que no seamos capaces de inventar otra cosa tan grande como Dios como tuvieron otras culturas, como desiderátum hacia donde se lanzaban. No es el hecho de ateísmo o no ateísmo. Si no, como decía Nietzsche: ¿2000 años y ningún nuevo dios? Esa es la pobreza. Pero para seguir enmarcándome, quiero leer [un texto] que es muy breve pero plantea un poco esta idea de la creatividad del prólogo de uno de mis últimos libros, que es sobre el acto creador:
Sea que un dios creó al hombre a su imagen o semejanza, o el hombre imaginó a ese dios a imagen y semejanza suya, lo cierto es que cuando el ser humano comenzó a contarse el inicio del mundo en el que se encontró viviendo, dio como atributo primordial a ese dios el ser creador. Dijo –intuyo– que crear es el acto más inicial que un humano o un dios puede realizar o el acto en que uno y otro son un mismo acontecer, una misma fecundidad. Siempre que escribo –que es mi forma de crear– descubro o quizá inauguro algo de mí. De mí o de todos. Como si el saber, el entender, e incluso el obrar no fuese la inmediata relación que puedo establecer con mi ser o con mi nada. Como si el crear me enseñara también eso: que el crear es más originario que el saber, más abismal que comprender, más definitivo que actuar. Lo que busco decir, lo que busco pensar poéticamente o poetizar pensativamente en este libro es que en y con el acto creador, volvemos a revivir el evento más originario y revelador que cada uno de nosotros vivió: el haber nacido. El instante sin sombra ni memoria en que sin estar nos recibimos. El instante creador que al recibirlo nos hizo comenzar a ser. Cada acto creador nos sitúa en ese allí que no es lugar a la nada desde la que todo llega, a la escucha de lo que adviene buscando un nombre que le nombren su ser. Sin duda por esto mismo que una y otra vez en el escribir de estas páginas me encontraba homologando el crear con el nacer, el seguir creando con el continuar naciendo. Intuyo que en la relación cara a cara o desnudez a desnudez con el ser de la existencia la creatividad es la relación más decisiva. Tan decisiva que no podemos disponer de ella, tan decisiva que es gratuidad y don. Quizá, y finalmente, porque crear no es una manera de comprendernos: es la manera más radical de dejarnos crear.

Esteban Ierardo: Vamos a seguir las aperturas especulativas que puedan ir surgiendo espontáneamente. En lo que vos acabás de sugerir, Hugo, lo que a su vez me parece que puede ser algo para seguir descendiendo, está esta cuestión que decir algo que no es, de alguna manera, aunque sea paradójicamente es decir que está ahí. Tal vez lo que ocurre es que por alguna cuestión que involucra la psicología, el hombre no puede sostenerse a una existencia de forma desnuda hacia el lenguaje. Tal vez el más acto extremo de realismo sería paradójicamente en relación al lenguaje. Si el lenguaje es sustitución artificial porque siempre arraiga en una posible conversión por parte del hombre, el realismo máximo sería no llevar el lenguaje a sus potencias expresivas máximas como la poesía pretende, sino que sería un vivir sin lenguaje.
Algo de eso –creo– sugiere Nietzsche en algunos aforismos de La gaya ciencia cuando él destaca la teoría o sus posturas filosóficas según la cual el lenguaje es una impresión de la caída del hombre en lo colectivo, en lo social. El hombre no puede vivir fuera de la sociedad y lo social necesita de un código compartido, una serie de valores y principios de alcance intersubjetivo. Eso que le da cohesión a una vida social y colectiva es el lenguaje. Pero el lenguaje que organiza la consciencia colectiva en la vida social lo hace a partir de nombres que se desarraigan del fondo abismal de la vida. Por lo tanto el lenguaje siempre es falsificación e impostura –o sería–. Incluso en el caso de su sublimación más exquisita o poética. Entonces habría algo, me parece, por lo que vos abrís, que la única manera de vivir fiel a aquello que es pero que ni siquiera se puede decir sería vivir fuera del lenguaje.

Hugo Mujica: No, al contrario. Yo creo que no hay fuera del lenguaje. De nuevo, como decía en el mito del Génesis, casi todas las mitologías: todo empieza cuando hablamos. El afuera del lenguaje no nos es dado. Es lo que Lacan llama el imposible o Wittgenstein llama lo místico lo real. Digo: no hay afuera del lenguaje, nosotros no podemos comprender sin simbolizar. Incluso la falacia del lenguaje es lo único que tenemos. Por otro lado está esa nostalgia de un lenguaje purista, lo que Benjamin llamaba “el lenguaje del paraíso” que, por lo tanto, es el lenguaje perdido. Pero no hay una pérdida del lenguaje. Lo que hay es un lenguaje que deja de ser lenguaje. Deja de ser ese soplo que yo digo para ser nada más que la dimensión de moneda de cambio. O sea: código.
La aspiración al silencio es una falacia, dado que silencio y palabra es siempre lo mismo. La palabra es una palabra que expresa un silencio y el silencio es una pulsión hacia una palabra. No hay un adentro y un afuera. Hay un adentro y un afuera con un lenguaje cosista. El planteo sería si el lenguaje es la instancia originaria: no creo, la instancia originaria es la escucha. Cuando nací no nací hablando, nací escuchando. Como segunda dimensión, la comunidad me dio un lenguaje, me dio una tradición dentro del cual habitar. Ahí el lenguaje poético sería volver a la instancia de la escucha y hacerla instancia fundante.
En ese sentido sí el silencio es fundante pero el silencio es expresión: nosotros no conocemos el silencio en sí. O, si querés, lo más místico que podría ser el silencio en sí. Precisamente lo místico es la no experiencia. Hablar de mística es burdo porque es como hablar del inconsciente. Todo lo que digamos del inconsciente es porque ya es consciente y todo lo que podamos decir de la mística es porque ya dejó de serlo, porque la mística es precisamente la posibilidad de experimentar lo otro sin experimentarme yo en lo otro. Por lo tanto no es el pensamiento reflexivo que se refleja de nuevo en sí, si no es el ir sin volver.

Fuente: Libreria/Editora: Eterna Cadencia

No hay comentarios:

Publicar un comentario