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jueves, 4 de febrero de 2010

EL PIBE CHACARITA: Los cuentos de la buena pipa

“Los cuentos de la buena pipa”

Como el cuento que mi madre me contaba/ mientras suave acariciaba con sus manos mi niñez...
Parece un cuento (1944) Tango de Lalo Etchegancelay y José Rótulo.


Jonás y la Ballena de Marcos Deneví (Buenos Aires,1922-1998)
Jonás hostiga a la Ballena, la insulta, la provoca, le dice que se aprovecha de los peces pequeños pero que es incapaz de devorar a un hombre, la llama arenque, mojarrita, y otros epítetos injuriosos. Al fin la Ballena harta de verse así vilipendiada o acaso para hacer callar a ese energúmeno, se traga a Jonás sin hacerse el menor daño. Una vez dentro del vientre de la Ballena, Jonás empieza a correr de aquí para allá. Profiere ladridos, da puñetazos y puntapiés en las paredes del estómago de la Ballena. Al cabo de unas horas la Ballena, enferma de náuseas, vomita a Jonás sobre la playa. Jonás cuenta a todo el mundo que permaneció un año en el interior de la Ballena, inventa aventuras heroicas, afirma que la Ballena le tuvo miedo. Moraleja: si eres grande y poderoso como una ballena y algún Jonás te desafía no lo devores, porque lo vomitarás transformado en héroe.

Tecnogamia de Federico Schaffler(México, 1959)
Fue el primero en casarse con una máquina. Legalmente. Por amor y gratitud superó rechazos, burlas y discriminación. Inamovible, defendió sus derechos (y los de su amante), hasta que logró la aceptación deseada. Tranquilo, aceptó al fin que el doctor lo desconectara de quien ahora será la primera viuda mecánica de la Tierra.

El hombre invisible de Raúl García Luna (Miramar, Pcia. de Buenos Aires,1948)
Rompió la notificación de despido: otro chiste de sus colegas. Se despidió de su esposa e hijos: nadie le contestó. Saludó al portero; el portero ni lo miró. Paró un taxi: el taxista siguió de largo. Hizo cola en la parada de un micro: le pasaron de costado como si fuera un poste. Llegó a su despacho: todos de vacaciones al mismo tiempo. Leyó más notificaciones de despido: las hizo pedacitos. Revisó papeles pendientes: ninguno para la fecha. Bajó a almorzar con sus colegas: todos discutían de fútbol, los sordos. Llamó al mozo no le dio ni la hora. Un mendigo ciego pedía moneditas: le hechó una en la lata. El cieguito tanteó en el aire con el bastón y exclamó: “¿ Quién anda ahí ?”

Ciencia de Héctor G. Oesterheld (Buenos Aires, 1919-1976)
En algún lugar de los vastos arenales de Marte hay un cristal muy pequeño y muy extraño. Si alzas el cristal y miras a través de él, verás el hueso detrás de tu ojo y, más adentro, luces que prenden y se apagan, luces enfermas que no alcanzan a arder. Esas luces son tus pensamientos. Si oprimís entonces el cristal en el medio, tus pensamientos adquirirán claridad y justeza deslumbrantes, descubrirás de un golpe la clave de todo el Universo, sabrás por fin contestar hasta el último por qué. En algún lugar de Marte se halla ese cristal. Sabemos, también, que cuando lo encontremos y tratemos de recogerlo, el cristal se disgregará; sólo nos quedará un poco de polvo entre los dedos. Sabemos todo eso, pero lo buscamos igual...

El otro lado de la cama de Diego Golombek (Buenos Aires,1954)
Luego de más de quince años de matrimonio, una noche ensayaron una novedad: intercambiaron los lados de la cama donde dormían. Así, no sólo durmieron en geografías diferentes, en donde las luces, los ruidos y la texturas cambiaban, sino que llegaron a soñar los sueños del otro. Fue toda una noche en la que se enteraron de las imágenes, deseos y secretos que ocurrían al otro lado de la cama.
Al otro día, de común acuerdo, comenzaron los trámites de divorcio.

Constantino Abaracón de “Wimpi” (Salto-Uruguay,1906- Buenos Aires, 1956)
Hombre bruto y distraído como él solo, el pobre Constantino Abacarón.
-Una ocasión- según contaban- cortó un salame a lo largo y se hizo una corbata. Colorada con pinta blanca le quedó. Famoso.
Otra vez se puso los anteojos del padrino- el viejo Lupo-, que eran de aumento y al mirar con ellos una langosta, se la quería parar en el dedo y hacerle decir cosas confundiéndola con el loro.
Constantino era casado con Laudencia Recuero, que había sabido ser viuda de Alipio Junco, que un día le dio por mirar por el caño de la escopeta, antes de salir a cazar carpinchos, y perdió la cabeza.
De su matrimonio con el finado Alipio, Laudencia había tenido un gurí muy bandido- Menenio-, que le llamaban “Camiseta Corta” porque siempre se escapaba.
Nunca nadie sabía dónde estaba Menenio. Y tampoco, cuando aparecía, se sabía donde había estado, porque era flor de embustero.
Pero un día Laudencia lo vio lejos que se zambullía en la laguna y que pasaba un rato- como hora y pico- y no salía. Entonces le dijo a Constantino: - Andá a ver al gurí, que se tiró en la laguna, a lo mejor necesita algo. ¡Movéte, bichento, andá!...
Fue Constantino y al rato volvió diciendo:
-Ejtuve y él debe estar abajo el agua, pero, como tiene el costumbre, no dice más que globos...

¿El pájaro está vivo? Paulo Coelho (Río de Janeiro, Brasil,1947)
El joven estaba concluyendo su período de preparación y muy pronto pasaría a enseñar. Como todo buen alumno, necesitaba desafiar a su profesor, y desarrollar su propia manera de pensar. Así que capturó un pájaro, lo agarró con una mano, y lo llevó hasta él.
-Maestro, ¿este pájaro está vivo o muerto?
Su plan era el siguiente: si el maestro dijera “muerto”, él abriría la mano y el pájaro echaría a volar. Si la respuesta fuese “vivo”, él lo aplastaría entre los dedos. De esa manera, el maestro estaría equivocado.
-Maestro, ¿el pájaro está vivo o muerto? – insistió el discípulo.
-Mi querido alumno, esto va a depender de ti- fue el comentario del maestro.

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