Viejos tiempos de la infancia/ yo recuerdo con cariño/ los momentos que pasaron/ en mi alma yo he llevado/ como alivio de mi vida…
Viejos Tiempos (1935) Tango
Milonga de Alfredo Lepera y Carlos Gardel.
En Memoria de Horacio Ferrario quien falleció a los 94 años el 7 abril de 2012
Según cuenta la historia, en una Navidad de
hace exactamente cien años, James Naismth inventaba el básquet. A nuestro país llegó en el año 1912 a través
del Profesor Paúl Philip Phillips procedente de Pensilvania para difundirlo
desde el club “Asociación Cristiana de Jóvenes”. La práctica de ese deporte en el barrio se
inició en 1932, fue cuando un grupo de muchachos que integraban un equipo de
balón actividad similar al fútbol, se interesó por el básquet. Uno de ellos Amaral, de origen uruguayo, recordó
el nombre de un equipo d su niñez para bautizarlo, Así nació el “Sporting Social” con una cuna
de polvo de ladrillo sobre un terreno de la calle Dorrego al mil cien.
Para evocar la gesta del club estoy reunido con
dos integrantes del otrora equipo, Horacio
Ferrario que luce con muchos bríos sus setenta y cuatro años de vida y Carmelo Russo, con la estampa de
siempre, que disimula sus setenta y un años de existencia. En forma animada nos comentan los hechos de
la fundación del club:
“El
terreno baldío lo pagamos 27.000 pesos; como había sido un horno de ladrillos,
entre todos los muchachos lo rellenamos con cascotes. Eso favorecía un pronto desagote en los días
de lluvia. En forma manual, por medio de
un pesado mortero se trituraba el ladrillo para recubrir el piso de la
cancha. Los tableros fueron armados
sobre largueros de una carrocería de camión.
El vestuario tenia sobre su techo, dos tanques metálicos de doscientos litros
que llenábamos con agua fría a través de una bomba. Servían para la ducha de verano e
invierno, El presidente del Club, José
Milani, que fue marmolero y tuvo un despacho de nafta, colaboró en forma
entusiasta para crear una gran Institución.
Lo trascendente en la parte deportiva ocurrió en el año 1934, cuando la
revista “El Gráfico” organizó el campeonato de la categoría novicios, teniendo
como escenario la cancha de Villa del Parque.
Sobre 86 equipos inscriptos, el “Sporting Social” se clasificó campeón
invicto. Integraban aquel equipo: Miguel
y Alfredo Evangelista, José Biggi, Ángel Tuccillo, Taboada, Berrade, Amaral
entre otros”…
Horacio y Carmelo siguen recordando con
entusiasmo aquella época, como si estuvieran vistiendo la camiseta blanca con
rayas horizontales: una ancha de color rojo en el medio y dos finas de azules
con un espacio en blanco. Y en el pecho los números 36 y 34 que lucieran en la
casa del “Sporting Social”. Ahora nos
cuentan:
“Desde
aquel triunfo inauguramos el ritual de dar las hurras en el buzón de Dorrego y
Guevara. Luego vino la actuación en segunda y el ascenso a
primera. Fueron históricos los
encuentros con “El Tala” de la calle Castelli 250, casi siempre fuimos
victoriosos. El básquet de antes era
distinto al actual, con otra reglamentación, había más jugadas y menos tantos.
Un score de 50 tantos era goleada. Luego
de cada tanto se hacia un salto en el centro, allí Alfredo Evangelista era
ganador para iniciar la primera jugada.
El equipo base siempre era el mismo, nosotros que jugamos en cadete y
luego en cuarta, sólo entrábamos en juego cuando había un partido
con tanteador definido. Siendo suplentes
nos deleitábamos viendo jugar a estos fenómenos”
Un diario de la época decía: “Sporting jugaba
bien y ganaba, pero además tenia simpatía.
Traía, en efecto, una historia romántica. Un nacimiento junto a un buzón en una esquina
porteña, es como decir un sabor a pueblo, de cosa de muchachada cordial” La charla nos lleva a recordar a la
“estrella” del equipo y del básquet nacional de aquel momento: José Biggi.
“Fue
un adelantado del juego, un virtuoso del deporte en general. Así como fue un brillante arquero en balón,
se destacaba en paleta u otro deporte que incursionaba. Era muy cuidadoso de sus reservas físicas y
mentales, hacía relax antes después de cada competencia. Cuando algún fallo del juez no lo conformaba,
no podía disimularlo con los gestos de su rostro. Así fue que un árbitro de la época, el Sr.
Troncoso, lo expulsó en un partido decisivo.
Su carrera deportiva se truncó en 1940, cuando firmó para San Lorenzo
por 5000 pesos de aquellos tiempos.
Aunque su padre reintegró el dinero, había sido expulsado por vulnerar
la figura del jugador amateur, a pesar
de la gestión del Sr. Giovanetti, vecino y secretario de a Asociación de
Básquet. Antes un equipo de Mormones de
Estados Unidos que visitaba el país había intentado contratarlo pero, él
prefirió su “Sporting”. La familia de
Biggi estaba en una buena posición económica, dado que su padre tenía carros
con caballos para transportar los troncos de madera a los aserraderos, como Saccone
y Borla. Con un Buick fuimos a Mar del
Plata, el pavimento estaba húmedo, en una maniobra se desplazó de la ruta y
mordimos la banquina hasta llegar a pocos centímetros de una viga de hierro con
cartel que decía: “Curva”.
Los recuerdos de estos amigos parecen latentes
aunque duden de alguna fecha de los acontecimientos pero, los pormenores de los
hechos siguen vigentes en sus mentes:
“En
1942 tuvimos la idea de trasladarnos a la media manzana disponible entre
Heredia y 14 de Julio. Hubo desavenencias con los nuevos directivos y los
fundadores del Club. Volvimos un tiempo
después para verificar que todo esfuerzo resultaba infructuoso. Había pasado el tiempo de la bohemia… Ahora
tratan de identificar los nombres de sus amigos en fotos en blanco y negro;
Antonio Marzorati, Héctor Peyrù, Manuel Limeres, Cayetano Francavilla,
Francisco Alonso, Oscar Galíndez, Juan Fava, Oscar Ucha, Héctor Romagnolo,
Alberto Bonnefont, Roberto Raggio, Di Pascal, Alberto y Eduardo Casazza Enrique
González, Vidal, Hugo Bàrcena…
Muchos
de los nombrados asisten a las reuniones mensuales en el restaurante “Gambrino”
y no cesan de evocar el tiempo del “Sporting”.
Esos encuentros los remiten a aquellos muchachos que siguen dando las
hurras en el buzón de Guevara y Dorrego…
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