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viernes, 19 de agosto de 2011

El Pibe Chacarita

Yo, el experto en descensos

Un tropezón / cualquiera da en la vida / y el corazón / aprende así a vivir...

“Un tropezón” (1927) Tango de Luis Bayòn Herrera y Raúl De Los Hoyos

De acuerdo a mis antecedentes y vínculo con un modesto club de fútbol, he sido requerido por distintos medios de comunicación para referirme a una cuestión que concentra la atención de la población. No, no es lo que usted está pensando; las elecciones presidenciales. Es algo que se vive con pasión, se dramatiza hasta el llanto, que provoca un desequilibrio emotivo en personas de sanas costumbres, que una vez adoptada su bandería jamás podrá cambiarse. Se trata del descenso en el fútbol. En el programa deportivo “¡ Pongan, cascarón con clara y yema, que ganamos!” tuve la oportunidad de refirme al asunto. Aquí les presento una versión taquigráfica de la misma que tuvo una importante audiencia: mis familiares cercanos...

Nuestro invitado cuenta con una experiencia real que lo habilita abordar este tema que ha conmovido al país por su repercusión social. El orador que nos visita es un hombre que hasta hace poco era del tablón, ahora es del cemento. Dado que su club está terminando el estadio en San Martín, Pcia. de Bs.As. Desde 1940 hasta la actualidad él mismo descendió cuatro veces y ascendió, en tres o cuatro ocasiones si se considera su paso de la Primera “C” a la “B”. Este disertante no es el clásico perdedor resignado a las circunstancias o sensible a la superstición de las cábalas. Desde niño comenzó a ver la tabla de posiciones fijando su mirada en el fondo de la misma, para incrementar su ilusión alguna vez dio vuelta el diario para consagrar campeón a su equipo, como en el año 1969. Lo escuchamos con el silencio de un gol en contra...”

Gracias por la invitación, deseo agregar a la presentación que pertenezco a la generación de futboleros previa al invento de la televisión. En ese entonces todos los partidos de la 1ª División se jugaban el día domingo en dos rondas, sin promedios. Aún no se había creado el hábito entre los hinchas: de la presencia masiva de la mujer en las tribunas, equipos del Interior, el uso del bombo, las banderas gigantes, el cuarto árbitro y la ola. Aquellos simpatizantes manifestaban las victorias de sus clubes agitando blancos pañuelos o tirando sus sombreros al aire. En la eventualidad de lluvias, el referí lanzaba la pelota hacia el campo de juego, si ésta no rebotaba se suspendía el partido. Ese acto transformaba al día domingo, en una jornada de una gris melancolía que un juego de la lotería familiar intentaba atenuarla. Los directores técnicos, reconocidos como entrenadores, pasaban desapercibidos dado que no había cambios de jugadores y estos que amaban a la camiseta permanecían por años en el club. Aún no llevaban números en sus espaldas, no era necesario, se reconocían por ser jugadores de los equipos de los potreros del barrio y por las figuritas de colección de entonces.

Tampoco los referís eran personajes notables sólo se destacaba Bartolomé Macías por sus gestos de actor, además de ser el primero en dejar de usar el atuendo de camisa y pantalón largo de color blanco por el actual. Algo singular eran los cronometristas de cada club y el de la A.F.A. sentados en la mitad de la cancha, que poniéndose de pié le indicaban al árbitro el final de cada período. Atento que todavía no existía la radio portátil daba lugar al “Alumni”, un tablero metálico en lo alto que informaba de los otros resultados a través de una clave alfanumérica.

Espero que no los haya aburrido con esta historia, volvamos al presente. En estos días donde se ha instalado en la sociedad el tema del descenso a una categoría inferior de un equipo de los denominados “grandes”, hemos presenciado distintos tipos de reacciones. Los socios y simpatizantes del club afectado viven el momento como un drama con características de procesar un duelo, una pérdida aunque sea de categoría. Maldicen al “Santo Promedio”, de los tres últimos años. Para canalizar la bronca que genera esta situación se desviven para encontrar a los responsables de esta sentencia futbolera. Son elegidos para distribuir la culpa entre: los miembros de la anterior y actual Comisión Directiva, los directores técnicos que llenaron los pizarrones con complejas estrategias, a los árbitros que no les cobraron un penal que repetido diez veces en la pantalla se demostró su evidencia, a la Asociación de Fútbol con su programación acorde con la televisión tenga partidos de madrugada, a los jugadores que sólo piensan en una transferencia al exterior y en este reparto de recriminaciones también son indicados los alcanza pelotas, por hacer “jueguito” en lugar de cumplir con su función especifica: en demorar el juego cuando se gana o viceversa.

. El otro sector que participa del hecho del descenso son los adversarios que gozan de la situación de sus rivales. Lo hacen a través del ingenio de la burla grafica y verbal que se difunde en las canchas y por Internet. En general utilizan la letra “B” de la división inferior, impresa en la imagen de un fantasma o con frases intencionadas como: “¡Que bien se te B!”, etc. En este grupo hay un sector que se compadece de la desgracia de sus rivales, un sentimiento extraño que lleva tiempo justificarlo.

El tercer bando pertenece a la población que no entiende a la gente que se sacrifica por el club de sus amores. No justifican la conducta que establece un compromiso moral con su institución y la indiferencia hacia los problemas que padece la sociedad. Este sector de individuos nunca leyó “El Gráfico” ni el “Olè”.

¿Cómo deben asumir los hinchas la desdicha de la caída? Pasado el momento del enojo y confusión que provoca el hecho, procurarán aislarse. Por el término de un mes se abstendrán de leer un suplemento, escuchar y ver los programas deportivos. Tampoco deberán mirar el correo electrónico y el facebook. Serán desoídos los agravios relacionados con un ave del corral, proveniente de conductores de rodados al advertir un escudo del club en sus atuendos. Pensar en el regreso y no evaluar la precariedad de los estadios de la divisional. Imaginar que los sábados son domingos, ahora que los partidos de visitantes serán sin sus simpatizantes. ¿Cómo? Almuercen en un restaurante, compren el diario y hagan las palabras cruzadas, saquen al perro a pasear, laven el coche, rieguen el jardín, ayuden a sus hijos con los deberes, visiten un shopping. Y a la noche le piden a su señora el resultado del partido. Ellas son las indicadas en dar a conocer los infortunios, sin efectos para la salud física y mental...

Señores, esta es la terapia infalible que me proyectó a ser un especialista esperanzado en los retornos por vías legales. Sin aplicación en la eventualidad que la A.FA. pueda crear formas de campeonatos, con “tablas” de salvación para determinados equipos con riesgos de descender...

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