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viernes, 12 de julio de 2013

El Pibe Chacarita del mes de julio 2013



 El escalafón sentimental


“Bien criolla y bien porteña” (1942)  Milonga de Homero Expósito y A Armando Pontier

Para cantarle al amor / no se precisa experiencia;/ se forma un nido entre dos/ y lo demás... va sin letra...

En tiempos pasados los noviazgos, por la escasa movilidad social existente, se concretaban en el barrio de residencia de los enamorados.  Esa circunstancia la ilustra un vals que Homero Manzi escribió en el año 1947: “Primero la cita lejana de abril, / tu oscuro balcón tu antiguo jardín, / más tarde, las cartas de pulso febril, /mintiendo que no, jurando que sí. /Romance de barrio, tu amor y mi amor...
En general la fundación de noviazgos se producían en las reuniones sociales, en el colegio secundario, en los bailes del club del barrio y recibían un aporte importante durante los corsos y reuniones danzantes de los carnavales.  Como se imaginarán el avance de la relación no tenía la velocidad, intensidad e informalidad de las actuales uniones, dado que no se reconocen como novios sino como parejas.
El enamoramiento en aquel entonces era gradual, dado todas las imposiciones morales, el valor de la discreción hasta “el que dirán” de los vecinos y familiares.  Existía una especie de escalafón que había que transitar mientras “el amor iba viento en popa”.  El deslumbramiento de la mujer ante el galán de turno daba lugar a la categoría de “simpatía” si la relación avanzaba en el corazón de la dama, el susodicho adquiría el nivel de “candidato”.  En la eventualidad de la existencia de una cita y una insinuación amorosa el caballero asumía el nivel de “pretendiente”.  En ese momento era un “filo”, que cuando la chica le daba el si a su propuesta llegaba a ser “el novio de la fulana”. Si la relación avanzaba y él la acompañaba hasta la puerta de casa era “el novio oficial”.  En esa circunstancia el noviazgo estaba en las preliminares del “pedido de mano”, con el ingreso a la casa de la novia en días y horarios pactado con los padres de ella.
Por suerte las casas de antes tenían zaguán, un espacio para la despedida del novio y la ocasión de abrazar a su novia y robarle un beso. El tiempo de esa intimidad en el lugar lo daban las madres con un grito agudo como el de Libertad Lamarque: “¡Nena no tomes frío y vení para adentro!”  Pasado un tiempo con los ahorros del novio se compraba las alianzas y en una fiesta de compromiso, las familias de los tortolitos eran testigos de un “prometido”, listo para la boda nupcial...
Este vetusto caballero que tienen como amigo, fue protagonista de todas las instancias comentadas, y recuerda el pedido de mano a su novia de siempre.  El padre de ella con voz entrecortada me formuló la pregunta de rigor: “¿ Con qué cuenta para fundar una familia con mi hija Pochi?” En el conocimiento de la clásica pregunta y mi experiencia de los pedidos de manos de mis hermanas mayores, practiqué ante un espejo la respuesta con voz modulada: “Tengo un trabajo estable en la fábrica de Lutz Ferrando y estoy terminado el colegio industrial..”
Fue una pena que por el temblor de mis manos le volqué sobre el mantel bordado de su madre, una copa de licor “8 Hermanos”. Desde la cocina llegué a escuchar a su hermano: ”Parece medio babieca”...

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