El escalafón sentimental
“Bien criolla y bien porteña” (1942) Milonga de Homero Expósito y A Armando Pontier
Para cantarle al amor / no se precisa experiencia;/ se forma un nido
entre dos/ y lo demás... va sin letra...
En general la fundación de noviazgos se
producían en las reuniones sociales, en el colegio secundario, en los bailes
del club del barrio y recibían un aporte importante durante los corsos y
reuniones danzantes de los carnavales.
Como se imaginarán el avance de la relación no tenía la velocidad,
intensidad e informalidad de las actuales uniones, dado que no se reconocen
como novios sino como parejas.
El enamoramiento en aquel entonces era gradual,
dado todas las imposiciones morales, el valor de la discreción hasta “el que
dirán” de los vecinos y familiares.
Existía una especie de escalafón que había que transitar mientras “el
amor iba viento en popa”. El
deslumbramiento de la mujer ante el galán de turno daba lugar a la categoría de
“simpatía” si la relación avanzaba en el corazón de la dama, el susodicho
adquiría el nivel de “candidato”. En la
eventualidad de la existencia de una cita y una insinuación amorosa el
caballero asumía el nivel de “pretendiente”.
En ese momento era un “filo”, que cuando la chica le daba el si a su
propuesta llegaba a ser “el novio de la fulana”. Si la relación avanzaba y él
la acompañaba hasta la puerta de casa era “el novio oficial”. En esa circunstancia el noviazgo estaba en
las preliminares del “pedido de mano”, con el ingreso a la casa de la novia en
días y horarios pactado con los padres de ella.
Por suerte las casas de antes tenían zaguán, un
espacio para la despedida del novio y la ocasión de abrazar a su novia y
robarle un beso. El tiempo de esa intimidad en el lugar lo daban las madres con
un grito agudo como el de Libertad Lamarque: “¡Nena no tomes frío y vení para
adentro!” Pasado un tiempo con los
ahorros del novio se compraba las alianzas y en una fiesta de compromiso, las
familias de los tortolitos eran testigos de un “prometido”, listo para la boda
nupcial...
Este vetusto caballero que tienen como amigo,
fue protagonista de todas las instancias comentadas, y recuerda el pedido de
mano a su novia de siempre. El padre de
ella con voz entrecortada me formuló la pregunta de rigor: “¿ Con qué cuenta
para fundar una familia con mi hija Pochi?” En el conocimiento de la clásica
pregunta y mi experiencia de los pedidos de manos de mis hermanas mayores,
practiqué ante un espejo la respuesta con voz modulada: “Tengo un trabajo
estable en la fábrica de Lutz Ferrando y estoy terminado el colegio
industrial..”
Fue una pena que por el temblor de mis manos le
volqué sobre el mantel bordado de su madre, una copa de licor “8 Hermanos”.
Desde la cocina llegué a escuchar a su hermano: ”Parece medio babieca”...
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