Lugar (mesa de un bar).Conflicto
entre autor y personaje. Final en la calle donde personaje y autor se despiden.
Si las letras me siguieran que
texto haríamos dijo el renglón. A vos te hablo. ¿Me escuchas? Se refería a la
hoja. Estaba en blanco. ¿A donde queres ir? pregunto la hoja. A ningún lado. Me
quiero quedar acá. ¿Y por que me preguntabas?
¿Te imaginas cuando vengan los
que escriben? ¿Que nos querrán hacer decir? Ni idea. Y si, ¿No estamos de
acuerdo? Vos préstame atención. La situación es la siguiente. No espera, ahí
llegan. Después hablamos.
-Hola como estas dijo Miguel,
guionista de la película, a Néstor, el que encarnaba el personaje. ¿Tenes listo
el guión? Lo quiero empezar a leer el fin de semana largo. Seguro dijo Miguel,
gran guionista de cine.
-Mozo, un café pidieron ambos.
En ese instante, el renglón silbo
para llamar a la hoja. No voy a buscar a las palabras, hasta que sepamos para
que nos vayan a usar.
-Como te decía, Miguel, la idea
es mostrar los avances del capitalismo. ¿Estas seguro? ¿Donde los ves?
-Cuando veas todo el guión, te
vas a dar cuenta. Quedaron en encontrarse, en una semana-La intención era
intercambiar nuevas impresiones...
No, No. Ni locos nos prestamos
para esto dijo el renglón. Capitalismo avanzado. Somos el resultado de la tala
de árboles. O pudimos oponernos a ello.
Ahora seremos objeto y sujeto de la propaganda del gran capital. No nos
prestemos a este juego. La internacional de las hojas, renglones y palabras nos respaldaran. Mantengámonos
firmes y en blanco.
Cuando Néstor cerró la carpeta
con el guión, notó algo raro. Se puso
los anteojos, por las dudas.
Escúchame, dijo. Que guión me
diste. Las hojas están en blanco. Se levantó y golpeó la mesa. Huyó furioso y
Miguel lo alcanzó. Justo antes de cruzar la calle. Te quería aclarar.
No me digas nada. Ni siquiera
parece un chiste. Te juro que el guión estaba escrito. No sé lo que pasó.
Lo que el pensaba desapareció. El
papel en blanco quedó. Letras y renglones se fueron-A escribir su propia
historia.
Y si en el camino se encuentran
con ideas consistentes, quizás vuelvan al lugar de siempre.
Un cuento de Diego Lanis
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