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miércoles, 31 de julio de 2013

RELATOS DE AQUENDE por Diego Lanis

Reacción de medico y paciente ante 
un electrocardiograma que refleja un texto literario
 
Es normal-Normal. Bah, lo que se dice normal. El doctor se lo comentaba, a un colega. Ambos, charlaban mientras esperaban. Si esta todo bien, para que estas acá. Quiero saber si la máquina funciona bien. El técnico, me comentó que el mes pasado le habían hecho un servicio. ¿Viste este electro? Mira, tomá. Pero, ¿Que es esto? Nunca lo vi. ¿Que me decís? ¿Ahora entendes porque espero? ¿Que le digo al paciente? Va a creer que es un chiste. Que soy un humorista disfrazado de medico. No, ya lo tengo. Que el profesional no pudo llegar. Y me encomendaron a mí contarle una historia.
En la profesión tenia muchos años de experiencia. Quizás, pero no los suficientes. Todavía menos para analizar este estudio. Revisó antecedentes. Consultó con varios colegas. Había llegado a una conclusión, se encontraba ante un hallazgo. En cierta forma, parecido a las enfermedades poco comunes que se han descubierto en algunas personas, en los últimos tiempos..Con una diferencia. Era de características benignas.
Entregó el estudio al paciente, sin decir palabra. Solamente, todo bien y lo saludó. Lo citó a la semana siguiente nuevamente. Estaba autorizado a hacerlo.
El paciente, ya estaba en el consultorio a las 48 hs. Se sorprenderá de mi llamado. ¿Que le Parece? Que si. Pero tranquilo que como le dije esta todo correcto. Entonces Quería proponerle algo ¿Cómo que? Viajar a un congreso internacional. Quiero exponer su caso. Una nueva terapéutica para el corazón. Bue. Este, me toma por sorpresa. Debería pensarlo.
Ah, me olvidaba. Antes, lo  presentaría  en un ateneo frente a colegas. Le explico, es muy simple. Su corazón refleja comas, puntos, letras, oraciones, párrafos. ideas, acentos, títulos y hasta algún texto completo. Mucho humor. Lo más importante, se dilata y contrae ante estímulos literarios. En serio. No lo puedo creer, dijo el paciente. No salía de su asombro. ¿Puede provocarme problemas? Al contrario. Muestra una fortaleza de espíritu y alma.
A propósito, usted nunca estuvo internado en una escuela literaria. No lo se. Tal vez, de chico. Le propongo un juego. Viene de viaje conmigo. Lo pago completo. El pasaje y la estadía. Debo hablar con mi familia. Como acomodar días y horarios.
Pero escúcheme hombre, es el primer electro que muestra el interior de un libro y no el del corazón. ¿Me entiende? El paciente, quedo en responder en una semana. Transcurrido el tiempo confirmo el periplo. Medico y paciente se aprestaban a salir. Ambos eran concientes del protagonismo que comenzaban a tener. El profesional podía curar con la ciencia y la literatura. El paciente curarse con la medicina y los libros. Libros y ciencia. Ciencia y libros. La ciencia se aplica en la práctica. Pero se aprende en los libros y permite curar las heridas del alma. Con más vida.
 
Describir un cuerpo de hombre o mujer con las manos
 
Siempre esperaba ese momento. Una vez por mes llegaba. Ver la vidriera vacía. Pero no del todo. El se paraba en diagonal. Miraba a través del reflejo de los cristales. No buscaba a una vendedora. Tampoco a una clienta. Sólo esperaba cruzar la mirada con un maniquí.
Con 13 años esa era su ilusión. Sentía que, estaba por enamorarse de esa figura. Qué las chicas de su edad, tenían la vista en otro lado. Qué si no podía amar de verdad crear un amor de fantasía. Y que, algún día el amor verdadero llegaría.
Se lo contó a un amigo. ¿Qué te pasa? Te enamoraste de un muñeco.¿Estás loco? No me queda otra. Decime vos, ¿Con que fantaseas? El compañero permaneció en silencio.
Se decidió a avanzar con su idea. Sentía y no podía dejar de sentir  e imaginar para adelante el amor de su vida.
Al mes siguiente, volvió al local. Para pasar desapercibido, se paró de costado y observaba. Alcanzó a copiar el número de teléfono de la fábrica de maniquíes. Fue con dos amigos. En el lugar, entró en confianza enseguida. Le preguntaron que quería. Rápidamente describió la idea. Un maniquí, esbelto de piernas largas. Cuénteme que anotó.
Una espalda amplia, con la columna alineada. Donde la mano se pase suave y la sensación que queda es como el terciopelo. Hombros alineados y brazos donde mis dedos se muevan y le pongan la piel de gallina. Pelo lacio y largo que caiga sobre la espalda. Ojos vivaces. Verdes o celestes, nariz chica y labios carnosos. Cejas marcadas y pestañas salientes. Con pecas en los cachetes. Uñas arregladas en pies y manos.
Con semejante descripción, no puedo entender como no me dijo nada sobre la cola y los pechos. Señor, respondió el chico, no quedó claro. La figura la buscó, para otra cosa. Mi pensamiento es distinto al suyo. Estoy enamorado. Pero puedo decirle. Cola parada y redondita. En cuanto, a los pechos que, sean dos y consistentes.
¿Cuando lo podremos retirar? Escúchame pibe, no voy a tener un problema con tus padres. Estará exhibido en los locales que lo soliciten. ¿Cuando? En un mes.
Esperó impaciente el momento. Al llegar, se abalanzó sobre la vidriera. Pero la sorpresa fue mayúscula. Algo se movía. Lentamente, el maniquí se desprendió de su base y pareció cobrar vida.
Antes que, alguien pudiera darse cuenta empezó a acelerar los movimientos. Como un rayo invisible, atravesó el vidrio. No se sintió ningún estrépito y ya estaba en la vereda.
A todo esto, el chico comenzó a reaccionar. Intentó emprender la carrera. Era tarde. Hasta aquí, había llegado su fantasía. El resto era pura ilusión. Como en la Rosa Púrpura de El Cairo. Aquí, la que escapó fue ella. No pudo atrapar a la mujer de sus sueños. Continúa la búsqueda.

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