Estimado vecino... ¿Vive Ud. en tierras de Roncoroni?
(Parte III)
El 17 de marzo de 1873 don Ángel le había comprado las tierras a Juan Robacio cuando el paraje pertenecía a Belgrano entonces campaña bonaerense. Pero los vecinos Santiago Ortúzar y Matías Iparaguirre creían tener más derecho a su adquisición por estar próximos al lugar -aunque aquel municipio ya había otorgado la escritura- así que entablaron una demanda para declarar nula la venta ante los Tribunales de La Plata dando comienzo a un pleito que duró más de diez años.
Recién el 28 de junio de 1888 cuando el Juez Emilio Giménez se hizo cargo de la sucesión al morir don Ángel en marzo de 1880 y su esposa María Pini dos años más tarde, falló a favor de la demanda y transfirió por escritura pública una fracción de poco más de seis hectáreas con frente al Sur sobre la calle Corrientes enfrentado calle por medio con el cementerio, al Este con los terrenos ocupados por la estación del tramway rural y las vías que se inauguraron en noviembre, los demás rumbos eran tierras de la sucesión.
La realidad era que había autorizado un acuerdo entre partes. Iparaguirre y Ortúzar reconocían la legalidad de la compra a cambio de la escrituración de cuatro manzanas sobre las treinta y siete que reclamaban, como el terreno no tenía deudas la cesión se podía hacer de inmediato... pero Federico Lacroze inició un juicio por expropiación del área que ocupaba de alrededor de 22.000 m2.
Entonces Juan Pini que era apoderado de Pío Mario Gaspar Roncoroni y Víctor Bulgheroni –el hijo de Ángel y el segundo esposo de María que habían regresado a Italia- promovió un juicio por mal demanda contra Ortúzar e Iparaguirre.
Aunque la situación parece extraña tenía explicación y la primera era la ubicación del terreno cedido: “Habiendo precedido este hecho a la transacción en cuya virtud se ceden a Ortúzar e Iparaguirre cuatro manzanas de la tierra disputada, debe entenderse que ha estado en la intención de las partes dar por límite Sur la línea del tramway rural que está entre los terrenos y la calle de Corrientes, porque es físicamente imposible dar un límite que no existe”
¿Contra quién era en todo caso el nuevo juicio? Uno de los planos indicaba que las vías del tren ocupaban una extensión de diez metros entre las tierras en litigio y Corrientes, en todo caso se obligaba a la sucesión a tener por válido cualquier derivación que pudiera tener el asunto.
El tema era muy complejo porque el conflicto derivaba de tierras propias familiares a otras que eran societarias. El antiguo almacén de espejos con el que habían comenzado en Buenos Aires se había ampliado y “J. Pini y Roncoroni Hnos.” una firma importadora-exportadora que además comerciaba en los ramos de pinturería, ferretería, almacén naval, artículos para aguas corrientes y alumbrado.
Pertenecía también a esa casa don “Joseph” Roncoroni que era socio en Londres de las casas “Pini, Roncoroni and Bonacina” que trabajaba el rubro de comisiones, negocios y asuntos bancarios, y “John Skitt y Compañía” que fabricaba pinturas, aceites y barnices.
El 18 de agosto de 1887 habían formado una sola sociedad comercial aunque cada una seguiría con su actividad independiente conservando por lo tanto la actividad que desarrollaba hasta ese momento. En Buenos Aires la gerencia y administración quedaron a cargo de Juan Pini y Luis Luraschi, mientras que en las inglesas estarían José Roncoroni y Ludovico Bonacina.
Esta situación en el “Asunto Lacroze” hay que considerarla porque además de los herederos de don Ángel y María Pini estaban los de José Pini que había fallecido el 7 de septiembre de 1880 y de Juan Roncoroni que había muerto el 18 de junio de 1883.
Aparte el acuerdo que motivó la cesión de las cuatro manzanas a Iparaguirre y Ortúzar tampoco era un contrato de compra-venta común porque se exceptuaba a la testamentaria de algunas obligaciones que después le fueron exigidas.
Resumiendo... habían accedido a la cesión y la demanda aceptado hacerse cargo de los gastos, pero todo había quedado en suspenso por el tema Lacroze.
El apoderado presentó un plano firmado por Chapeaurouge que señalaba la calle Corrientes hasta el “Enterratorio General” donde marcó la entrada principal en la “Avenida de 50 metros” -hoy Guzmán- la estación en color rojo, y la “avenida municipal proyectada hasta Belgrano calle Colegiales” –hoy Lacroze- el resto era de los Pini Roncoroni.
“Cuando al transigir las partes dijeron que tendrían dos cuadras de frente a la calle de Corrientes, tan sólo han querido expresar la ubicación, el lugar que se daría a las 4 manzanas sobre el área total, sino sería un límite imposible. En estas consideraciones de derecho fundo la nulidad de la escritura de cesión, que impone a mi parte obligaciones que no contrajo y la obligan a desempeñar prestaciones imposibles”.
Pocos meses después del fallo Juan Pini le informó al Juez que había tenido una conversación con Ortúzar e Iparaguirre “... para evitar prejuicios y pleitos en el futuro” donde acordaron la entrega de la misma cantidad de terreno en un lugar que ocasionara menos problemas.
“En el caso que no se les pudiera dar frente a la proyectada calle de Corrientes a los terrenos que se les ha escriturado a nombre de la sucesión que represento, dichos señores me han dado su palabra de honor de no ser su ánimo litigar por esa causa con la sucesión, en cuyo caso se arreglará esa dificultad racional y amigablemente, y como tratamos entre caballeros de buena fe, y bajo las condiciones expresadas desisto a la demanda”.
El asunto parecía se había resuelto en forma respetable hasta que en agosto de 1892 los nuevos dueños aceptaron una propuesta de un señor llamado Víctor Sáenz Sosa “para la instalación de una fábrica de ladrillos que era a lo que iba a destinar el lugar alquilado” y envió los peones a iniciar los trabajos.
Pero en ese momento el antiguo dueño Robacio se presentó ante la justicia “como tenedor de los bienes de los herederos de Roncoroni” promoviendo una demanda de despojo que fue fallada en su favor.
Sin embargo esa acción fue contra Pedro Delponte -capataz de la cuadrilla de peones que aunque declaró haber obrado por orden de su patrón que era el arrendatario de todas formas fue condenado- porque ni Ortúzar ni Iparaguirre fueron convocados.
El acuerdo entre caballeros se fue por la borda. Intimaron a Juan Pini la entrega del inmueble y solicitaron el embargo preventivo “de los terrenos que los herederos de Roncoroni tienen en el mismo paraje cuya extensión es de aproximadamente 12 cuadras” lindando ahora por el Sur con la calle Corrientes, por el Norte con Córdoba, por el Este con la calle Colegiales y al Oeste con el ramal del tramway.
Mientras tanto para el “asunto Lacroze” habían sido llamados como testigos los empleados Ventura Garrido que estaba domiciliado en Corrientes esquina 2º Colegiales, y Alejandro Gabiani que vivía en Corrientes entre Dorrego y Colegiales, y también los industriales Francisco Solans y José Badía con domicilios en Defensa 324 y Moreno 376.
Semanas después el Juzgado se trasladó al lugar para hacer una inspección ocular y ambas partes fueron invitadas a hacer un arreglo para que el tema no se extendiera por más tiempo.
A mediados de 1891 la testamentaria había solicitado el desglose de títulos y planos que se encontraban en el Departamento de Ingenieros porque “habían arribado a un acuerdo”... pero no fue así.
Aunque pudieron solucionar el otro problema. El 16 de octubre de 1893 Juan Mondelli “con domicilio legal en el local del Nuevo Banco Italiano, calle Rivadavia esquina Reconquista” era el nuevo representante familiar y de inmediato informó no tener problemas en hacer cesión de la fracción como su antecesor había arreglado, explicó que el incidente lo había provocado un tercero sin derecho –Robacio- declarado intruso luego que la sucesión le hiciera juicio “aunque por una cuestión de humanidad se le permitió permaneciese 15 días hasta que encuentre casa”.
El 30 de diciembre de 1893 el Oficial de Justicia se trasladó a la chacra “ubicada en el parage denominado ‘la Chacarita’” frente a la estación del tramway rural para que Iparaguirre y Ortúzar tomaran posesión efectiva del lugar.
No hubo tanta suerte con Lacroze. En septiembre de 1894 el apoderado familiar informaba al Juez:
“El Sr. Lacroze después de haber hecho perder todo el tiempo mediado, no quiere colocarse en terreno alguno razonable, y sobre todo cambia diariamente de opinión lo que hace resaltar que lo que busca es continuar indefinidamente en la ocupación indebida de la propiedad de mis mandantes”.
Solicitó fuera citado -en ese momento Federico Lacroze había dado como domicilio la “Estación Central” en la calle Piedad (Bartolomé Mitre) esquina Bustamante- después de varios aplazamientos por razones diversas de ambas partes Lacroze elevó una nota junto con un certificado médico señalando que no tenía problemas en atender al Juzgado en su domicilio particular en la calle Piedad 3312.
“El abajo firmado, Doctor en Medicina, certifica que Don Federico Lacroze padece de una afección orgánica al corazón y no debe hacer ejercicios que pudieran fatigarlo, ni sufrir impresiones que pudieran emocionarlo. Buenos Aires, Octubre 30/1894. Juan Amespil”
Dos veces más se le notificó y en ambas se excusó, el apoderado respondió entonces que se presentaría en la casa: “Lo que antecede no significa que acepte lo que Lacroze dice, pues por el contrario, sé que diariamente se le vé por las calles de modo que bien podría concurrir al despacho de Usía”
Finalmente en junio de 1895 ambas partes llegaron a un acuerdo y dejaron sin efecto el juicio, la sucesión Pini Roncoroni mandó escriturar a favor de Lacroze el área de terreno en conflicto, pero debía retirar las vías y todo material que estuviera fuera de ese lugar caso contrario debía pagar $ 150 m/n por mes, si por culpa de la testamentaria no se escrituraba el Juzgado debía hacerlo de oficio y el alquiler no se pagaría.
Así comenzó la historia de la playa de maniobras y de la estación “Lacroze” del ferrocarril Urquiza.
Pero sólo terminó esta parte...
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