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sábado, 26 de noviembre de 2011

El desafío de ser uno mismo
por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
 
 
“Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía quién era. Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano: ─Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es? ─No lo escuches ─exigía el rosal─, es más sencillo tener rosas, ¿ves que bellas son?
 
El árbol, desesperado, intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves y, al ver la desesperación del árbol, exclamó:
 
─No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución: no dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas... Sé tú mismo, conócete y, para lograrlo, escucha tu voz interior. Dicho esto, el búho desapareció. ─¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? ─se preguntaba el árbol desesperado. De pronto, comprendió... Cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón y, por fin, pudo escuchar su voz interior que le dijo: ─Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión. Cúmplela. El árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio, y fue admirado y respetado por todos. Sólo entonces el jardín fue completamente feliz”.
 
Aceptarse a sí mismo no es tarea fácil. En su mayoría, las personas son educadas en el no reconocimiento de los valores propios y crecen tratando de complacer a los otros. Tal es el punto que no se sabe lo que es de uno y lo que le pertenece a los otros cuando emergen los mandatos.
 
La no aceptación erosiona la confianza en uno mismo, acorrala, paraliza  y condiciona impidiendo la comunicación con los demás. Un sentimiento atemorizante y hasta, por momentos, paranoico siempre está presente negando la posibilidad de expresar todo aquello que se siente o se piensa. Las conductas de evasión social se manifiestan producto de odiosas comparaciones basadas en la falta de una buena autoestima.
 
John Lennon sabiamente afirmó que la vida es algo que va pasando, mientras se está ocupado en otra cosa. Se vive en un mundo hiperelaborado de ocupaciones que desvían de la propia esencia y de poder bucear dentro de uno para descubrirse único e irrepetible. Digno de recibir amor y, por sobre todo, digno del amor de Dios.
 
Adueñarse de la propia vida es comenzar a recorrer un camino donde muchas tristezas, depresiones, descontentos, ansiedades y angustias se esfuman dejando espacio para otro tipo de sentimientos y conductas: pensar por uno mismo, sentir por uno mismo, decidir y asumir las consecuencias de todos los actos que uno realiza.
 
Ser uno mismo  es descubrir y potenciar fortalezas propias, pero, al mismo tiempo, reconocer debilidades e intentar cambiarlas.
 
Para el encuentro con uno mismo y amar lo que uno es, se hace necesario dejar de lado la mirada del otro y asumir como propias las decisiones que se toma; sin culpar a los otros por lo que ocurre. Equivocarse forma parte del aprendizaje.
 
Es importe ser consciente de que quien define los límites es uno mismo y quien piensa que algo es imposible también. Cada uno es lo que desea ser. Aunque no esté conforme con lo es, tal vez es eso solo lo que desea. Hay que oír la intuición y después concretar lo que uno soñó ser.
 
Siempre es posible el encuentro con uno mismo sin importar la etapa de la vida que se está transitando. De esa manera, se adquiere un sentimiento de paz interior, de equilibrio, de plenitud y satisfacción. Poder desarrollar lo que está potencialmente en cada uno es un anhelo al que no se debe resignar.
 
No hay que tener miedo a la posibilidad de cambiar. Cambiar es difícil para todos, pero es preciso saber que cuando uno cambia todo cambia alrededor, las personas y las cosas, principalmente, porque se las ve con otros ojos. Ser uno mismo obliga a aprender una nueva forma de relacionarse con el mundo y con los demás.
 
Aceptarse como uno es, sensible, aunque la sociedad lo asocie con debilidad, es una defensa poderosa, justamente, frente aquello que considera lo contrario. Conectarse con el mundo emotivo no significa dejar de lado lo racional, sino darle su justo lugar.
 
No se debe temer a mostrar los sentimientos que anidan en el interior. Usar la inteligencia emocional es un plus para vincularse con el entorno. Es importante conocer nuestras emociones y poder expresarlas; esto da como resultado un crecimiento y la posibilidad de enfrentar y robustecer aquello que deseamos modificar para lograr nuestros sueños. Estando bien con uno mismo se está bien con todo el universo y lo que ello implique.
 
“Si me ves volando contra el viento es que siempre digo lo que siento, quiero ser así y dar lo mejor de mí.
 
Yo quiero ser así como me gusta ser, aunque sé que me queda mucho que aprender y me ves volando contra el viento porque siempre digo lo que siento quiero ser así y dar lo mejor de mí.
 
Yo quiero decidir por dónde debo andar porque siempre habrá un camino que intentar, aunque tengo mi piel herida por las piedras que hay en la vida, seguiré igual y no me rindo jamás, no me rindo.
 
Lo importante es ser uno mismo, ser uno mismo, bien transparente y sin disfráz.
 
Lo importante es ser uno mismo, ser uno mismo, bien transparente y sin disfráz.
 
Yo quiero darte al fin lo que yo puedo dar y prefiero no prometerte nada más, no me pidas una respuesta y esta noche ven a mi fiesta.
 
Déjame cantar, siento que es mi lugar, mi destino...”

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