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lunes, 3 de septiembre de 2012

La vida me engañó por El Pibe Chacarita /set/2012




“La vida me engañó”

La vida me engañó, la vida me mintió, / al ofrecerme un mundo color rosa, / iluso la soñé, temblando la esperé/ haciéndome la vida más hermosa…
“La vida me engañó” (1947) de Alfonso Casini y Marvil

            Con el advenimiento de cada innovación tecnológica o social, se aprecia que su influencia modifica nuestro modo de vida.  Estos fenómenos, que en la actualidad, tienen una frecuencia mayor atento a los avances de la ciencia y los programas de comercialización, muestran en cada presentación nuevas prestaciones.  Esto provoca que la vida útil de los aparatos haya disminuido, dando lugar a la estrategia de la “obsolescencia programada”, alentando a los consumidores a la renovación de sus equipos.  
 Desde el año 1950 se produjeron: la difusión de los electrodomésticos y la instalación del gas natural domiciliario, liberando a las amas de casas de tareas penosas por lo cual pudo disponer de horas libres.  Esto significó una justa reivindicación para su desarrollo personal y la posibilidad de promover ingresos para cubrir nuevas erogaciones.  Por ello, algunas madres tuvieron que resignar parcialmente su presencia en el hogar.  Luego llegó el entretenimiento de la televisión con espectáculos increíbles como el de 1969 con el arribo del hombre a la Luna.  La contrapartida fue su intromisión en el hogar con valores a veces, ajenos a los sostenidos por las familias, la falta de comunicación y la quita de horas de sueños de los telespectadores.
            El otro hecho que modificó nuestro comportamiento fue la masiva invasión de coches por todas las ciudades. El automóvil acortó las distancias, amplió la movilidad social, creó en algunos niveles económicos su dependencia y como un significado adverso tenemos una cantidad importante de accidentes fatales diarios aceptados, con resignación por la población, como un hecho irremediable.  En el cuarenta en Guevara al cuatrocientos había sólo dos unidades cuyos propietarios eran los Sres.: Budeisky (Padre de Mario, un gran basquebolista del Club Palermo) y Alvarez (Tío de Nicanor, el almacenero de Jorge Newbery y Guevara).
 La revolución de la tecnología electrónica nacida en 1971 con la creación del primer microprocesador con un simple chip base: de la computadora, Web, Internet,  iPod. Notebooks, Tabletas, el celular, ha dado lugar a una generación especial de usuarios.  Se los reconocen como “tecnòfilos” que suelen comprar las últimas versiones de los nuevos dispositivos electrónicos, apenas salen al mercado a precios exorbitantes.  Han conformado como una unidad entre el operador y la máquina, atento a los conocimientos y destreza del usuario para obtener la mayor información en el menor tiempo posible.  El aporte de: Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg, ha desatado una verdadera revolución tecnológica creando un sistema global hiperconectado logrando una instantaneidad direccionada y personalizada.  Todos ellos están en una nueva búsqueda de máxima velocidad de operación, ante la impaciencia de los cibernautas en la espera de los cuatrocientos milisegundos en las respuestas de sus demandas.




 
Esta relación con la máquina, en especial con los adolescentes, genera un espacio de discreción.  Una forma de aislamiento e incomunicación de los jóvenes que se ve reflejada en el libro “Hikikomori” de Ella Kennedy y Tao Lin respecto a la sociedad japonesa y otras partes del mundo.  Los “hikikomori” son personas confinadas, por su propia voluntad, en sus habitaciones durante semanas y meses.  En su mayoría
son niños y adolescentes de clase media y alta, que se recluyen en su cuarto con un celular y la conexión a Internet.  Un experto en marketing, Martín Lindstrom, realizó una experiencia conmovedora.  Le dio una BlackBerry a cada uno de veinte bebés de catorce a veinte meses y observó que movían sus deditos como si fueran iPhones.  Se impresionò al verlos esperar que las pantallas cobraran vida…
 Los riesgos que surgen por la adhesión a estos “artefactos” fue anticipado en el año 1873 en Nueva Zelanda por Cellarius con este premonitorio pensamiento: “Estamos creando nuestros propios sucesores.  Día a día las máquinas están ganando terreno sobre nosotros.  Cada vez estamos más subordinados a ellas, más hombres se convierten en sus esclavos y dedican la energía de sus vidas al desarrollo de la vida mecánica.  Es sólo una cuestión de tiempo para que las máquinas reclamen la supremacía real sobre el mundo y sus habitantes.  Nuestra esclavitud ha comenzado”…
            El filósofo francés Pierre Klossowki (1905 -2001) en su libro “La moneda viviente” nos dice “Hay productores y consumidores que se relacionan mediante objetos fabricados que no sólo son objetos sino también fantasmas.  Hay en ellos algo que escapa a la mera satisfacción de una mera necesidad, un halo mágico,  provisto por las equivalencias construidas por el mercado”.  El ensayista Pablo Campanna en “Fantasmas de la máquina” expresa: “Los modelos y paradigmas son apenas unas metáforas que funcionan por un tiempo.  Al fin y al cabo, el corazón se parece bastante a una bomba y el cerebro a una computadora. ¿O será que la bomba y la computadora se parecen a un corazón o un cerebro?”  En cine vimos “Matrix” un film de ciencia ficción, donde se intenta conseguir a un ser que guiado por el oráculo logre liberar a la humanidad de la inteligencia artificial, es decir, de los ordenadores.
Una señal actual de la subordinación con los “artefactos” se aprecia con aquella persona que al comenzar la jornada al superar el umbral de su hogar se detiene bruscamente y, con sus manos verifica que en sus bolsillos no le falte el teléfono celular, en tiempos pasados ese gesto era para las llaves de la casa…

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